Nos presenta el evangelio de este domingo al Señor Jesús hablando a sus discípulos a quienes se refiere como “pequeño rebaño”; los anima a que no tengan temor sino confianza en Dios ya que les ha entregado el reino. Y siendo el reino la mayor perla preciosa de mayor precio entonces estará bien vender todas las anteriores para adquirir esta que nos es entregada por el Padre Bueno.

La invitación a hacer limosna con lo obtenido de la venta tiene que ver con la tarea de acumular un tesoro inagotable en el cielo y al hacerlo estamos expresando donde hemos puesto nuestro corazón, expresamos con ello quien es nuestra prioridad.

Y cuando hemos definido donde ponemos nuestro corazón entonces esta decisión conlleva asumir una actitud que expresa nuestra decisión. Empezamos a vivir en una constante espera para estar despiertos y en vela y poder recibir a aquel que viene y que es el dueño de nuestro corazón. Y tengamos la seguridad de que nuestra espera y vigilancia no será defraudada.

En la segunda lectura el escritor sagrado hace una afirmación que hace referencia a la FE cuando escribe que “LA FE ES SEGURIDAD DE LO QUE SE ESPERA” y me parece que la pregunta es válida cuando se nos pregunta ¿y nosotros que esperamos? Porque ir por ahí diciendo que tenemos fe y ahora que se nos pregunta que es lo que esperamos y no tenemos muy segura la respuesta entonces puede que nuestra fe sea una fe vacía, vana, es decir una f sin contenido. Al pueblo antiguo esclavo en Egipto Dios le revelo de antemano que los iba a salvar y entonces ellos se dejaron guiar por Moisés a través del desierto. Para el nuevo pueblo también Dios le ha revelado su plan de salvación por medio de su Hijo enviado al mundo para salvarnos. ES DECIR LOS CRISTIANOS ESPERAMOS QUE DIOS NOS SALVE. Esa es la seguridad que nos da la FE.

Pero aquí debemos decir algo en relación de la FE. Por ahí leí una historia sobre un hombre que decía tener mucha fe en Dios, que el confiaba mucho en Dios, que todo lo dejaba en manos de Dios. Lo que redacto es una versión libre de la misma, por no tener el texto a la mano para copiarlo. Sucedió que un día empezó a llover torrencialmente que empezó a inundar a su pueblo porque este quedaba en una hoyada, como la lluvia no amainaba el gobierno dispuso que las brigadas de salvamento se desplacen hasta dicho pueblo y estos en sus botes empezaron a evacuar a los habitantes de aquel pueblo que cada vez se inundaba más y más aumentando las aguas de manera peligrosa. Uno de los botes salvavidas paso delante de la casa del hombre que decía tener mucha fe y le pidió que bajara del techo de su casa para poder evacuarlo a un lugar seguro pero el hombre respondió que él creía en Dios y estaba seguro que el vendría a salvarlo y que fueran nomas a salvar a los demás vecinos. Paso unas horas y la lluvia seguía cayendo y el nivel del agua aumentaba, y pasó un nuevo bote delante de la casa del hombre que decía creer mucho en Dios y que estaba seguro que Él lo iba a salvar y nuevamente se negó a bajar del techo de su casa y envió a los del bote a seguir rescatando a los demás. Sucedió que el nivel del agua siguió subiendo y el hombre murió ahogado y entonces se fue al cielo donde llega muy molesto y se planta delante de Dios y le reclama diciendo “Señor cómo es posible que me hayas dejado morir ahogado cuando yo confiaba en ti y estaba seguro que me ibas a salvar” y Dios mirándolo se sonríe y le dice “hijo quien crees que te mandaba los botes para rescatarte, ese fui yo, si tú te ahogaste es porque no te dejaste salvar por mi…”.

Si bien es cierto que la fe es confianza en que Dios cumple su promesa también es cierto que nos corresponde a nosotros hacer lo que es nuestra responsabilidad. Dios nos quiere salvar y nosotros debemos dejarnos salvar por Él.

Si yo le pido a Dios “…danos nuestro pan de cada día…” y porque confió que el cumple sus promesas y escucha nuestras oraciones me siento y espero que me mande el pan, incluso le puedo pedir que el pan esté calientito y si en medio trae un buen pedazo de queso está bien Señor… y me quedo esperando sin hacer nada lo más seguro es que ese día me quede de hambre porque si bien es cierto que cada día le pido a Dios me dé “el Pan de cada día” también sé que me debo ganar el pan con el sudor de mi frente yendo a trabajar y sin embargo al momento de sentarme en la mesa para almorzar le digo “te doy gracias Señor por tu generosidad y que haces posible que estos alimentos lleguen a esta mesa para alimentar a toda mi familia…”

De allí la advertencia e invitación de estar preparados y haciendo lo que se nos encomendó para que cuando venga el amo nos encuentre realizando su voluntad.

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