Escuchemos a Dios que viene con autoridad

¿Sabes Jesús? Muchas veces nos hablas y no te hacemos caso, insistes en permanecer siempre al lado de nosotros, pero no queremos verte o aceptarte, nos corriges con amor y nos gana la soberbia de no querer cambiar, vienes a través de tus profetas y no hacemos lo que nos pides, nos preocupamos de tantas cosas innecesarias, por eso es que a veces nuestra vida no tiene sentido; nos hablas en cada misa y no te escuchamos. Ayúdanos a escuchar tu voz, a saber que siempre eres tú quien se dirige a nosotros para cambiar nuestra vida.

Cuán importante es saber escuchar a Dios. El que escucha a Dios es porque guarda paz en su alma, esa paz que viene del Espíritu. El que escucha es porque no guarda violencia en su corazón. El libro del Deuteronomio (18,15-20) nos pone a Moisés dirigiéndose a su pueblo para que pueda escuchar la voz del profeta: “El Señor tu Dios hará surgir un profeta como yo, de entre los tuyos, de entre tus hermanos. A él lo escucharán. Es lo que pediste al Señor tu Dios en Horeb…”

“Afuera”, allá “en el mundo” hay mucho ruido. Mucha gente vive apresurada, se quiere llegar tan rápido al destino deseado, queremos ver resultados siempre lo más rápido posible, se envía mensajes a cualquier parte del mundo en milésimas de segundos, cada día se crean nuevas cosas, mucha música a alto volumen, intentamos llenarnos de cosas… ¿y con todo esto estaremos dispuestos para escuchar siempre a Dios? ¿Qué pasa cuando no escuchamos a Dios o hacemos cosas que no son santas o no son queridas por Dios? En palabras del Deuteronomio: “ese profeta morirá”?

Por eso es que debe resonar siempre el llamado de San Pablo: “Quiero que estén libre de preocupaciones” (1Cor.7,32-35). Al dirigirse así San Pablo, lo hace con una preocupación: “inducirlos a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones”. Ahora más que nunca es tiempo de abrazarnos a Dios y dejar que nos libere de toda preocupación que puede hasta esclavizarnos.

En el evangelio aparece Jesús con mucha autoridad, tanto así que sus paisanos se sorprenden: “se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad…” (Mc.1,21-28). Los espíritus inmundos, según el evangelio de hoy reconocen quién es Dios; y los que no tienen esos espíritus también. En nuestro Credo rezamos que Dios es “Todopoderoso”.

¿Reconozco que Dios tiene autoridad?, ¿él siempre gobierna mi vida?, ¿él es la autoridad de las autoridades?, ¿él siempre es la única autoridad en la Iglesia y en el mundo?, ¿quién manda en nuestra vida: el diablo o Dios?…Cuando se pierde de vista que Dios tiene autoridad sobre nuestra vida, familia, trabajo, país, etc, nada tiene sentido. Hagamos juntos que Dios siempre reine en cada uno de nosotros. La Iglesia, como continuadora de la obra del Maestro, recibe esa autoridad que le viene de Dios mismo, eso es garantía de salvación. ¡Qué bueno!

¡Animémonos a escuchar siempre a Dios que viene con autoridad para salvarnos!

Con mi bendición.

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