Este domingo que corresponde al XXXI del tiempo ordinario coincide con la celebración de LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS, fiesta con que la Iglesia, la que llamamos IGLESIA PEREGRINA, porque camina al encuentro de su Señor, hace memoria de todos los santos, es decir de aquella parte de la ella misma a la que llamamos IGLESIA TRIUNFANTE conformada por aquellos hermanos que en el transcurrir por esta vida terrenal, usando palabras de la primera lectura, los sellados por el ángel “ con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios”…“estos son los que vienen de la gran tribulación, ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero” , junto a esta fiesta solemne al día siguiente se Conmemora a todos los fieles difuntos, con lo que la Iglesia hace memoria de otra parte de sí misma a la que se le llama IGLESIA PURGANTE, es decir recuerda a todos aquellos hermanos que habiendo terminado su tránsito en este mundo salieron al encuentro del Señor, pero que no habiendo logrado lavar completamente sus vestiduras “en la sangre del cordero”, aún están blanqueando la vestidura hasta que quede blanca, esa vestidura  con que fueron revestidos el día de su bautismo y que se les pidió que la mantuvieran sin mancha, pero que en el transcurso de su vida el pecado fue manchando. 

El evangelio de esta Solemnidad nos presenta al Señor Jesús en su misión de enseñar al gentío al igual que a sus discípulos. El evangelista señala que los discípulos se acercaron donde se encontraba el Señor Jesús y cuando ya están cerca Él se puso a enseñar. 

La enseñanza que presenta en su relato el evangelista, la solemos llamar “las bienaventuranzas” y se entiende que es una propuesta que hace el Señor para todos, discípulos y gentío que se han congregado alrededor de la persona de Jesús. 

Al prestar atención al contenido de su enseñanza lo primero que encontramos es que empieza a llamar dichosos, bienaventurados, a aquellos que llevan un estilo de vida. 

Entonces uno se puede preguntar ¿Cómo se puede ser dichoso siendo pobre de espíritu? O como pueden ser dichoso los sufridos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de  

justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa de la justicia. 

Acaso tendremos que aprender que con la expresión “pobre de espíritu” apunta la enseñanza a señalar con ella a los creyentes a una total dependencia de Dios, sin poner nuestra confianza en las cosas sino en Dios, asumiendo una santa indiferencia en los bienes de este mundo.  

O ¿Cómo pueden ser dichosos los sufridos?, será que son dichosos porque no se dejan ganar por la violencia y prefieren dejarlo todo en manos de Dios, pero no como el “ejecutor de mi venganza”, sino como aquel que pide a sus hijos, qué no hagamos el mal, sino que, por el contrario, nos esforcemos en hacer el bien tomando como ejemplo a Él que siempre hace el bien en favor de nosotros. 

O ¿Cómo puede ser dichoso aquel que llora?, ¿Cómo ser dichoso llorando?, ¿llorando por qué? Tal vez porque no son indiferentes a la situación de dificultad que viven los demás, porque se dejan afectar de tal manera que no se dejan aprisionar por la indiferencia frente al hermano que sufre, sino que buscará maneras y recursos para que puedan salir de esa situación. 

O ¿Cómo puede ser dichoso quién tiene hambre y sed de justicia? Será tal vez esta hambre y sed de justicia que lo lleva a buscar ser justo como su Padre, de tal manera que cada quien reciba lo necesario para que a nadie le falte nada, rompiendo de esta manera con ese espíritu que siempre está dispuesto de apropiarse de las personas que les empuja a apropiarse incluso de aquello que no necesitan tan solo por el placer de sentir que se tiene. 

O ¿Cómo puede ser dichoso quien tiene un corazón puro? Tal vez debamos entender esta enseñanza con tener un corazón limpio de todo aquello que nos separa de Dios y de los hermanos y hermanas y se entiende que nos ayude a ser dichosos porque me ayuda a mirar a los demás como hermanos y no como enemigos, porque soy capaz de reconocer que todos somos hijos de Dios.  

O ¿Cómo pueden ser dichosos los que trabajan por la paz? Tal vez se refiera esta enseñanza a aquellos que buscan desterrar de sí mismos, aquello que los lleva a enfrentarse a los demás como enemigos, y por el contrario empiezan a trabajar el compromiso que nace cuando le pedimos al Padre que haya más paz en el mundo.  

O ¿Cómo entender que sea dichosos quien trabaja porque se instaure la justicia? Tal vez se entiende que son dichosos porque buscan que se instaure la justicia, aquella que nos ayude a reconocernos a todos como hijos de un mismo Padre y por lo tanto todos dignos de nuestro respeto que nos lleva a actuar justamente frente a ellos sin querer aprovecharnos de ellos. 

Termina asociando todo lo anterior a un comportamiento que es motivado por querer ser parte de su causa a pesar de saber que los que asumamos esta conducta vamos a ser insultados, perseguidos y calumniados, pero sabiendo que hacerlo será causa de nuestra alegría al estar seguros que estamos haciendo lo que Dios quiere.  

Hacer eso es lo que da la recompensa final, es lo que nos hace bienaventurados.

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