LECTIO DIVINA –DOMINGO 19º  TO. – “A”

¡SOY YO! ¡NO TENGAN MIEDO!

LA PALABRA HOY: 1 Reyes 19, 9a.11-13a; Salmo 84, 9-14; Romanos 9, 1-5; Mateo 14,22-33
Ambientación: Entregar a cada participante una tarjeta donde escribirá su principal “temor” que le hace dudar y tambalear. Las tarjetas se pondrán alrededor de un cirio y la frase “No teman”.
Cantos sugeridos: Cristo está conmigo; Si vienes conmigo

AMBIENTACIÓN:
Hay que tener los ojos de la fe bien abiertos para no confundir al Señor que se acerca caminando sobre las aguas como un fantasma. Dispongámonos a escuchar la Palabra, presencia real y serena del Señor entre nosotros.

Oración inicial
Señor Jesús
Tú que hiciste caminar a Pedro sobre las aguas,
y que le invitaste a confiar y esperar plenamente en ti;
ayúdanos para que conociendo lo que Tú esperas de cada uno de nosotros
podamos como Pedro caminar sobre las aguas,
sin dudar, creyendo y confiando plenamente en ti,
a pesar de las adversidades, de los temporales de la vida,
y aún de nuestra propia debilidad.
Danos Señor, la gracia de comprender
la dimensión de lo que implica creer y confiar en ti;
ayúdanos a creer y confiar en ti,
esperando solo en ti,
siendo Tú todo para nosotros
así como Tú lo esperas y quieres.
Que así sea.

LECTIO ¿Qué dice el texto? Mateo 14,22-33

Motivación: El evangelio de hoy nos presenta a la Iglesia en estado de misión. Los apóstoles experimentan la oposición de las fuerzas del mal, sienten miedo, pero la presencia de Jesús Resucitado les devuelve el ánimo y la confianza. Escuchemos. 

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús ordenó a sus discípulos subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo.
Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de la tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida: – ¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!
Pedro le contestó: – Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.
Él le dijo: – Ven.
Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: – Señor, sálvame.
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
– ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?
En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo:
– Verdaderamente eres Hijo de Dios.

Preguntas para la lectura:                   

  • ¿Cuál es la orden que da Jesús a sus discípulos luego de despedir a la gente?
  • ¿Qué pasaba con la barca en que iban los discípulos, mientras Jesús oraba?
  • ¿Cómo se sintieron los discípulos al ver a Jesús caminando sobre las aguas?
  • ¿Qué fue lo que dijo Pedro luego de escuchar la voz de Jesús? ¿Qué pasó con Pedro luego que Jesús le dice ¡ven!?
  • ¿Qué le dijo Jesús a Pedro al verlo dudar?
  • ¿Cuál es la expresión de fe final de los discípulos?

MEDITATIO ¿Qué ME dice el texto?

Motivación: Como Pedro y los demás discípulos, sentimos que en ocasiones fuertes vientos hacen vacilar nuestros pasos, zarandean la barca de la Iglesia y nos hacen temer que estamos a punto de naufragar. Sólo la mano tendida de Jesús y su palabra nos permiten recuperar la seguridad de que el Hijo de Dios sigue caminando a nuestro lado. 

  • ¿Cómo es el rostro de Jesús que descubres en medio de tus tempestades? ¿Te identificas con la experiencia de los discípulos reflejada en el evangelio de hoy?
  • ¿Qué vientos azotan hoy nuestra Iglesia y nuestra vida como discípulos? ¿qué miedos nos provocan?
  • Cuándo siento que me estoy hundiendo en mis propios problemas, ¿soy capaz de acudir a Jesús para solicitar su auxilio?
  • Comparte alguna experiencia que hayas tenido en la que el Señor te haya traído serenidad en momentos de angustia o dificultad.

ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

Motivación: Sin la presencia del Señor en la barca de nuestra vida, estaríamos a la deriva, tambaleándonos. Con fe le pedimos que permanezca a nuestro lado y que ilumine nuestros corazones para reconocerlo. Desde la profunda confianza en su cercanía, le decimos: “Señor, tiende tu mano y sálvanos”.

 Luego de un tiempo de oración personal, compartimos nuestra oración. Se puede, también, recitar el Salmo 84.

CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?

Motivación: San Vicente en una conferencia exhorta a los misioneros a confiar plenamente en Dios: 

El verdadero misionero no tiene que preocuparse de los bienes de este mundo, sino poner toda su confianza en la providencia del Señor, seguro de que, mientras permanezca en la caridad y se apoye en esta confianza, estará siempre bajo la protección de Dios; por consiguiente, no le sucederá nada malo ni le faltará bien alguno, aunque piense que según lo que aparece todo está a punto de fracasar. (XI,732)

 A las Hijas de la Caridad les dice: Si él quiere conducirlas por los caminos duros, como son los de la cruz, las enfermedades, la tristeza, los abandonos interiores, dejémosle hacer y pongámonos con indiferencia en manos de su Providencia. Dejemos hacer a Dios; él sabrá sacar su gloria de todo eso y hará que todo ceda en provecho nuestro, ya que nos ama con mayor cariño que un padre a su hijo. Estas son, hijas mías, unas razones muy poderosas para que se dejen conducir por la Providencia. (IX,1049-1050) 

  • Compromiso: Durante la semana, busca un momento de oración a solas con Jesús para confiarle todos tus temores y encontrar en él la fortaleza necesaria. 

Oración final
Dios Padre nuestro,
que nos llamas a vivir llenos de confianza en Ti, sabiendo que nunca nos dejas solos, y que en Jesús nos ayudas a superar todo mal; ahora que estamos en tu presencia te pedimos que sea el mismo Jesús, Hijo tuyo y hermano nuestro, quien oriente nuestra vida, de modo que la bondad y la misericordia que proceden de Ti lleguen a todas las personas.
Gracias, Señor, por todas las cosas buenas que nos das; sigue cuidándonos y protegiéndonos para que nuestras palabras, nuestras miradas, nuestros sentimientos y nuestras obras sean siempre y en todo conforme a tu voluntad, y nuestro corazón, lleno de tu paz y de tu amor, muestre a todos el Amor del tuyo. AMÉN.

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En Power Point (Sor Pilar Caycho, HC)

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