En este segundo domingo de Adviento, en la primera lectura el profeta Isaías, hablando al Pueblo de Dios le anuncia un tiempo en que las cosas volverán a ser diferentes y esto gracias a uno que viene y en quien se posará el Espíritu del Señor enriqueciéndolo con los dones mesiánicos de tal manera que ejercerá la justicia divina.

Será un tiempo en que la paz se enseñoreará entre todos los seres vivientes que habitan la tierra. Esta paz es posible porque la ciencia del Señor llena el país.

Este que viene se convertirá en personaje de referencia no solo para el país sino que lo será para todas las naciones.

Para nosotros que nos preparamos a recibir al Señor que viene en su segunda venida, en gloria y majestad sobre las nubes del cielo y acompañado de sus ángeles para establecer el juicio a las naciones que nos encuentre dignos de ser invitados a pasar a la derecha para heredar el reino que nos ha sido reservado desde antiguo, y vayamos acompañados de las buenas obras realizadas a lo largo de nuestra vida.

En la segunda lectura el Apóstol San Pablo escribiendo a los creyentes de Roma les recuerda la gran utilidad de las sagradas escrituras: “Todas las antiguas escrituras se escribieron para nuestra enseñanza…”.

Las escrituras dan paciencia y consuelo para mantener la esperanza.

Nos enseñen las escrituras también a nosotros a tener los mismos sentimientos que Nuestro Señor Jesucristo, ya recomendaba el domingo pasado que había que revestirse del espíritu de Jesucristo, de tal manera que todos nos hagamos servidores de los demás hasta llegar todos a alabar a Dios y bendecir su nombre.

El Evangelio de este segundo domingo de Adviento tomado del evangelio Según San Mateo, nos trae el pasaje donde Juan Bautista, austero en el vestir y en el comer, aparece predicando en el desierto, y en su prédica invita a todos a la conversión y la razón que Juan el Bautista da para que practiquemos la conversión es que “está cerca el reino de los cielos”.

No todos los que se acercan al Bautista lo hacen con espíritu penitencial y deseos de conversión, por eso son recriminados por Juan.

Hay que saber reconocer los pecados, para poder pedir perdón por ellos. Hay que hacer el camino de la conversión para participar de la salvación ofrecida.

Señal de haber entrado en el proceso de conversión es el bautismo que recibe la gente de manos de Juan Bautista.

El relato termina con el anuncio que hace el Bautista de uno que viene y bautizará con Espíritu Santo y fuego, que hará la separación según los frutos de las buenas obras que cada uno se haya esforzado por hacer en bien de los demás. Ya la oración colecta del domingo I de Adviento nos recordaba que los que saliéramos animosos al encuentro del Señor que viene lo hiciéramos acompañados nuestras buenas obras.

Hermanos y hermanas que cada uno de nosotros, conforme avanza el tiempo de espera, sigamos procurando en vivir de tal manera que las cosas que hagamos hablen de nuestro deseo de querer hacer la voluntad de Dios, es decir procuremos hacer el bien siempre y seamos conscientes que en la medida que nos esforzamos en hacerlo estamos expresando nuestra conversión.

EN ESTE SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO NO OLVIDEMOS QUE ESPERAMOS LA SEGUNDA VENIDA DEL SEÑOR.

UN GRAN ABRAZO PARA TODOS USTEDES MIS HERMANOS Y HERMANAS.

BENDICIONES.

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