Queridos amigos

El evangelio de hoy (Mc 9, 38-43.45.47-48) nos habla de un exorcista anónimo, del vaso de agua que se da a un cristiano, y del escándalo contra los más pequeños. Tres temas importantes, pero sin aparente conexión entre sí. Aparente, porque los conecta nada menos que el nombre de Jesús. En el nombre de Jesús se puede recibir a un niño (Mc 9, 37) y entonces se recibe al Señor y a su Padre Dios. ¡Qué tremenda representación la de los niños y la de quienes se hacen como niños! Y se les puede dar un vaso de agua (Mc 9, 41), lo que nunca quedará sin recompensa. En otro orden de cosas, en el nombre de Jesús se puede expulsar demonios (Mc 8, 38). Resumiendo, S. Pablo nos dirá que hay que hacerlo todo en el nombre del Señor Jesús (Col 3,17).

Se trate de expulsar demonios (en lucha contra el espíritu del mal) o se trate de anunciar el evangelio, a nadie se le puede impedir que lo haga y que lo haga en el nombre de Jesús, aunque no pertenezca al Grupo de Jesús. Al menos es lo que Él sentenció ante una pregunta de Juan y el reclamo de los demás apóstoles. No sólo no se lo prohibió sino que les mandó que no se lo prohibieran, pues el que no está contra nosotros está con nosotros. Hech 19, 13-16 nos habla de ciertos exorcistas judíos que invocaban el nombre de Jesús como una especie de palabra mágica. Aprovechados, sin duda, como los hay hoy, pero hay que discernir muy bien antes de prohibir, pues la mies es abundante y los trabajadores son pocos (Lc 10,2)

No sólo hay que aceptar a quien sincera y correctamente exorciza y/o anuncia el evangelio, en el nombre de Jesús. Hay que alabar y recompensar también a quien te da un simple vaso de agua porque eres cristiano (discípulo de Cristo). Lo dice Jesús, quien recibe como hecho a Él lo que se hace a uno de sus pequeños (Mt 10, 40-42). Esta identificación de Cristo con los suyos, animaba (y anima) mucho la caridad, pues, en definitiva, lo que se da a un pobre por amor a Jesucristo, es a Jesús a quien se da. Las buenas obras hechas “por Dios” Él las recompensa como hechas a Él.

Como consecuencia y en contrapartida, cuanto de malo se haga contra uno de estos pequeños que creen en mí, sobre todo cuantos los escandalicen y les induzcan a perder su fe, serán castigados severamente. El dicho de Jesús es muy fuerte: le sería mejor que le colgasen al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Dada la condición humana y su estilo de vida, tiene que haber escándalos, y de toda clase. Pero hay de aquel que los cometa (Mt 18,7). Tanto, dice el Señor en aumentativo judío, que le sería mejor cortarse la mano o el pie y sacarse el ojo, que le inducen al mal…

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