El evangelio nos presenta el pasaje que conocemos como LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR.
El primer dato que se nos presenta en el texto del evangelio es que al igual que el Espíritu lo condujo al desierto después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, el Señor Jesús, ahora lleva a Pedro, a Santiago y a Juan a una montaña alta y se transfigura delante de ellos.

Aquellos a quienes el Señor eligió y condujo a la montaña alta de pronto empiezan a ver al Señor de una manera diferente, no es solamente el amigo aquel con quien han ido creciendo en el mismo poblado, no es solamente el amigo de la infancia con quien han compartido juegos y travesuras propias de la edad. El relato nos hace saber que la experiencia de los amigos es ver a quién los ha llamado con unos vestidos de una blancura deslumbrante y como para resaltar el hecho comenta que “nadie en el mundo podría blanquearlos”.
Estos amigos de pronto ven la aparición del Profeta Elías, aquel del grito “solo Yavé”, en un tiempo en que la fe en el único Dios verdadero está en crisis, ya que al pueblo le da igual seguir y servir a los dioses de los pueblos vecinos y Moisés, aquel a quien Dios eligió para conducir a su pueblo a través del desierto, aquel a quien Dios le entrego las tablas de la Ley para que la de a conocer al pueblo que ha liberado de la esclavitud de Egipto.
No solamente lo ven reunido con los aparecidos sino que también lo ven conversando con ellos, aunque es verdad que no se nos hace saber de qué trataba aquella conversación, pero por la experiencia de cada uno de ellos se podría intuir el tema de la conversación más o menos así: Moisés habla sobre su experiencia de haber tenido que conducir al Pueblo de Dios por el desierto y diría “este pueblo es un pueblo rebelde ya que no le gusta seguir los mandatos del Señor incluso una vez me reclamaron diciéndome que los había sacado al desierto el Señor para matarlos de hambre y de sed”. Elías recordaría como “el pueblo había llegado a extraviarse, que ya no sabía reconocer la diferencia entre el Dios vivo y verdadero y se fue detrás de dioses extranjeros, y por eso Elías, llegado un momento en que el pueblo estaba reunido los desafío para que eligieran a quien iban a servir ya que él y su familia elegían servir al único Dios verdadero, aquel que había liberado al pueblo de la esclavitud de Egipto y les había entregado la Tierra Prometida”.
¿En la conversación acaso estaban advirtiendo al Señor Jesús lo difícil que era conducir al Pueblo hacía Dios? Por si no lo sabías, te recordamos que este pueblo es de dura cerviz, uno quiere ayudarles y ellos no se dejan, no quieren dejarse ayudar.
De pronto interviene Pedro tomando la palabra, aunque no sabía lo que decía, porque estaba asustado; para decir que donde están, se está muy bien y que hay que quedarse a vivir ahí y para que meterse en problemas con eso de querer salvar a todos, si al final de cuentas muchos de ellos no desean ser salvados.
Todo apunta a querer disuadir al Señor Jesús para que no se embarque en la tarea de querer salvar al pueblo.
Pero el señor Jesús sabe cuál es su misión y que esta misión la debe realizar porque así lo desea su Padre que está en el cielo y que para eso ha sido enviado, para anunciar a todos que el plazo se ha cumplido, el plazo para que se dé inicio la salvación de Dios en favor de todos.
Como para confirmar que la misión se debe realizar el Padre deja escuchar su voz revelando que el Señor Jesús es su Hijo querido y por eso es que se le debe ESCUCHAR.
El relato de este domingo culmina contándonos que al quedar solos el Señor Jesús con los que el escogió para subir a la montaña, les pidió que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que resucitara de entre los muertos y ellos cumplieron aquel pedido, aunque no comprendían que significaba eso de resucitar de entre los muertos.
Igual nos sucede a nosotros que no terminamos de comprender que significa eso de RESUCITAR y de ahí nace ese aferrarse a la vida y ese temor a la muerte a la que miramos como una desgracia.

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