El evangelio de este domingo esta enlazado al del domingo anterior y hasta podríamos decir que es la continuación del relato, si es que nos saltamos el pasaje de cruzar de una orilla a otra que sirve en el relato para cambiar de ubicación a los protagonistas es decir el señor Jesús, los discípulos y la gente.

Si antes la gente lo seguía “por las señales que le veían hacer en favor de los enfermos”, ahora lo siguen y buscan según el Señor Jesús porque “Les aseguro que no me buscan por las señales que han visto, sino porque se han hartado de pan…”.

Es por eso que el Señor Jesús cuidando que no se tergiverse la razón de la búsqueda que la gente haga de su persona es que les recomienda que “trabajen por un alimento que dura y da vida eterna” y la gente que lo ha ido a buscar hasta la otra orilla, queriendo purificar su intención que da razón a su búsqueda, le pregunta al Señor Jesús ¿qué tenemos que hacer para trabajar en la obra de Dios?, interrogante que encuentra respuesta en labios del Señor Jesús cuando les dice “La obra de Dios consiste en que ustedes crean en aquel que Dios envió.”

Lo que parecía que iba por buen camino en este momento parece que se va a descarrilar cuando la gente le vuelve a preguntar al Señor Jesús “¿Qué señal haces para que veamos y creamos? ¿En qué trabajas? Tal parece que de pronto la gente olvida o desconoce lo que el Señor ha hecho hasta ese momento no solo el sanar a los enfermos sino también el haber hecho posible que toda la multitud haya saciado su hambre de pan. Tal vez por qué el Señor mismo les ha recomendado que trabajen por un alimento que no perezca, que dura y lo mejor que da vida eterna; ese alimento que les dará el Hijo del Hombre, es que la gente termina queriendo asegurarse en quien deben creer y es por eso que ahora le piden señales para poder creer en Él.

La gente recuerda que cuando Dios libero al pueblo de la esclavitud a la que estuvo sometido en Egipto y los condujo por el desierto hacía la Tierra Prometida les dio a comer “¿qué es esto?” (maná), de esta manera le dan ocasión para que el Señor les aclare que no fue Moisés quien les dio a comer pan del cielo sino que quien les dio de comer de ese pan fue “mi Padre”.

A estas alturas del diálogo entre la gente y el Señor Jesús la gente sabe que su tarea es creer en aquel que Dios envió y sabiendo que es Dios quien da el verdadero pan del cielo que da vida al mundo, aquel alimento por el que deben trabajar, el alimento que permanece para la vida eterna, la gente le pide al Señor que les dé de ese pan ocasión que aprovecha el Señor Jesús para hacer una revelación a la gente que no hacía mucho rato le pedía un signo para creer en Él; la revelación es “yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí nunca pasará sed”.

Ahora ya puede la gente a realizar “la obra de Dios” que consiste en “que ustedes crean en aquel que Dios envió”  Y por hacer eso es que no pasaran hambre ni sed porque quien está delante de ellos es “yo soy el pan de vida”.

SIGAMOS PIDIENDO AL DUEÑO DE LA MIES QUE ENVÍE OBREROS PARA LA COSECHA.

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