Sus comienzos
Vicente de Paúl nace el 24 de abril de 1581, en Pouy, un pueblito de la comarca de Las Landas ubicado al sur de Francia.
Vicente pasa su niñez cuidando los cerdos y ovejas de su padre: “Yo he sido porquero” repetía muchas veces.
Al parecer, Vicente es un muchacho despierto, por lo que la familia hace un esfuerzo para que pueda seguir la carrera eclesiástica.
Su vocación
A los veinte años, Vicente de Paúl es ya sacerdote. Los años siguientes de su vida son bien oscuros. Parece que solo le preocupa encontrar una buena posición para vivir cómodamente y ayudar a los suyos.
Camino a la conversión
Algunos acontecimientos van a cambiar decisivamente el rumbo de su vida:
- Fue acusado injusta y públicamente de ladrón.
- Es nombrado capellán de la Reina. Encargado de repartir las limosnas, descubre que injustamente coexisten dos mundos: el de los ricos y el de los pobres.
Vicente de Paúl ya no puede seguir siendo el sacerdote que piensa solo encontrar una buena posición.
Sucesos que cambiaron su vida
En Folleville, un anciano, que pasaba por hombre de bien, confesó a Vicente pecados que jamás se había atrevido a declarar en confesión: “Al día siguiente, nos cuenta el propio Vicente, fiesta de la conversión de san Pablo, prediqué sobre este tema en Folleville. Toda aquella buena gente se vio de tal forma tocada por Dios, que todos iban a hacer confesión general. Y ese fue el primer sermón de la Misión”.
En Châtillón va a tener lugar un acontecimiento de grandes repercusiones:
“Era un domingo de agosto. Mientras me revestía para celebrar la santa Misa, vinieron a decirme que en una casa distante, todos los de la familia estaban enfermos. Es difícil describir el cuadro de miseria. Aquello me tocó en lo vivo del corazón. No dejé de recomendarlo ardientemente en la homilía y Dios, que tocó también el corazón de los que me escuchaban, hizo que todo se viesen movidos a compasión por aquellos pobres afligidos. Salieron de la ciudad más de cincuenta, y yo hice otra tanto.
Por el camino había tantas personas que se podía pensar que se trataba de una
procesión y Dios me dio este pensamiento ‘¿No se podría intentar reunir a esas buenas personas y exhortarlas a entregarse a Dios para servir a los pobres enfermos?’ Les propuse que se pusiesen de acuerdo.
Cada uno un día determinado para hacerles la comida, no solamente a aquellos, sino a los dos que vinieron, fue aquel el primer lugar donde se estableció la Caridad”.
Es aquí donde funda las “Cofradías de la Caridad” (hoy, Asociación Internacional de Caridades: Voluntarias vicentinas).
La exigencia del amor
En 1619 es nombrado Capellán General Real de las Galeras de Francia. Este nuevo oficio lo pone cerca del dolor de tantos hombres condenados; “Yo los he visto sufrir”, les dirá a sus misioneros.
En 1625, Vicente de Paúl funda la Congregación de la Misión. Serán sacerdotes totalmente dedicados a la evangelización de los pobres, irán de aldea en aldea como Cristo, anunciando con sencillez la Buena Noticia y estableciendo las Cofradías de la Caridad para atender a los más necesitados.
“Las Hijas de la Caridad tendrán por monasterio las casas de los enfermos; por celda un cuarto de alquiler; por capilla, la parroquia, por claustro, las calles de la ciudad; por clausura, la obediencia; por reja, el temor de Dios; por velo, la santa modestia”.
Organiza la atención a los mendigos y les prepara verdaderos hogares. Los hospitales cobran un nuevo aspecto. Los niños, abandonados en las puertas de las iglesias, van a tener ahora un hogar y una profesión. Se calcula que escribió más de treinta mil cartas a toda clase de personas.
La llama de su entrega, de su trabajo, permaneció encendida hasta el último momento de su vida, que ocurrió en la madrugada del 27 de septiembre de 1660.
Su memoria y su mensaje perduran y están vivos. Son cientos de miles de sacerdotes y laicos, los que hoy intentan mantener viva esa llama de amor que él encendió, siguiendo a Cristo, Evangelizador de los pobres.