EPIFANÍA PARA EL MUNDO

Jesús ha nacido para todo el mundo. Es verdad, que su misión empezó entre los suyos, el pueblo judío, pero la reflexión teológica pos-exílica ya dirigía su mirada a una salvación universal. Se sabe que en tiempos de Jesús estaba en disputa teológica cómo se daría esta salvación, pues muchos consideraban que solo los herederos de Israel gozarían de la liberación en este mundo y luego en la vida eterna, mientras que otros tantos, abrían la oportunidad a los paganos, no sin antes aceptar la fe en el único Dios verdadero y viviendo, además, las exigencias propias de quienes tenían que confraternizar con los judíos. La profecía de Isaías del pos-exilio, augura la apertura universal de la salvación, donde Jerusalén se convierte en la sede de la revelación de la gloria de Dios para toda la humanidad que cree y acepta al Dios de Israel. La tradición paulina recogida en la carta a los efesios da a conocer que el plan salvífico de Dios recién se ha manifestado, saliendo del Misterio a la luz por la acción del Espíritu en los predicadores de la comunidad cristiana permitiendo que los paganos sean también considerados como herederos de la salvación. Esto se subraya mucho puesto que esta carta se escribió probablemente en tiempos en que la comunidad judía había marcado su absoluta diferencia del cristianismo (70-90 d.C.)

Dentro de los relatos de la infancia del evangelio de Mateo, se narra a modo de reinterpretación del éxodo, la visita de los Magos a Jesús. Todo reviste de atención hacia los buscadores paganos que pendientes de los movimientos de los astros presagian el nacimiento del “rey de los judíos”. Siguiendo las Escrituras, y la aparición de una estrella se disponen a encontrar al Niño que ha nacido para gobernar no solo a los judíos sino también a la humanidad. Su afán de búsqueda los lleva a dejarse guiar hasta Jerusalén donde el exaltado Herodes se ve amenazado por un Niño llamado a ser rey. Aunque las argucias de Herodes sean bien disimuladas, los Magos se dirigen a Belén, y encuentran, nuevamente gracias a la estrella, el rumbo hasta llegar a contemplar al Niño y a su madre. Su adoración es expresión de que la humanidad ha terminado de reconocer a quien se ha manifestado como su Salvador.

¡Ánimo, buscadores de Dios! Es tiempo de ponerse en camino. Somos todos creación de Dios, hijos de Dios, herederos de su reino. De allí, la importancia de la misión y la evangelización. Esta luz ha llegado al mundo para irradiarla por doquier. Tú también puedes reflejarla. Tenemos que ser epifanía del amor de Dios para el mundo.

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