Celebra la Iglesia cada 15 de agosto la fiesta solemne de la ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, y con la celebración de esta fiesta nuestra madre la Iglesia quiere que sus hijos e hijas recordemos cual es la esperanza a la que estamos llamados todos: participar un día del reino eterno y glorioso de nuestro Padre celestial, más aún cuando recordamos que Nuestro Señor Jesucristo a los discípulos les dice que va a preparar una morada en el cielo para que donde esté Él también estén sus discípulos. No olvidemos que somos peregrinos en este mundo que vamos hacía nuestra patria del cielo. 

El evangelio que se proclama en esta fiesta solemne es el pasaje que conocemos como “La Visitación”. Y es que en el aparece la Virgen María yendo de prisa a un pueblo en las montañas de Judá para visitar a su parienta Isabel, de quien se ha enterado por el anuncio del arcángel Gabriel que está esperando un hijo en su ancianidad, a la que llamaban estéril. 

Esta visita y saludo provocan que Isabel se llene del Espíritu Santo y prorrumpa en grito diciendo “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! …Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Se dice que se llenó del Espíritu Santo porque se deja guiar en lo que dice por Él, pues sin haber recibido la noticia del embarazo de María la llama bendita a ella y también al fruto de su vientre. Además, le hace saber que el niño que ella lleva en su vientre ha saltado de alegría al escuchar el saludo de su pariente que la está visitando. 

Luego de escuchar atentamente lo que Isabel le decía la Virgen María entona un himno de alabanza a Dios, y mediante el cual deja entrever al Dios en el que ella cree, de allí que empieza diciendo “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador” Como notamos lo primero que reconoce de Dios es su GRANDEZA y que también es SALVADOR. Para de ahí reconocer ella su PEQUEÑEZ, pero qué sin embargo las generaciones la van a felicitar porque Dios “ha hecho obras grandes por ella.  

Sigue la Virgen María cantando las alabanzas a Dios de quien nos recuerda que “su nombre es santo” y que es misericordioso, pues llega su misericordia “de generación en generación” y que defiende al hambriento colmándolos de bienes mientras que “dispersa a los soberbios de corazón” 

El Dios en el que ella cree es el que auxilia a Israel, porque recuerda su misericordia y no se olvida que se lo prometió a “Abrahán y su descendencia por siempre” 

Si recordamos el evangelio de las vísperas de la vigilia, en él una mujer queriendo alabar a la madre del Señor Jesús le decía “dichoso el vientre que te llevo y los pechos que te amamantaron” a lo que el Señor Jesús respondió diciendo “mejor dichoso el que escucha la palabra de Dios y la cumple” con lo que pone por arriba del vínculo de sangre el vínculo con Dios, además, de la Virgen María podemos decir que es la que escucha la palabra de Dios con atención y la cumple, eso lo notamos en el pasaje que conocemos como “la Anunciación”, donde ella escucha con atención y lo que no comprende, pregunta para saber y comprender.  

Aprendamos de ella la escucha atenta de la Palabra de Dios y su cumplimiento, aprendamos de ella a alabar a Dios y reconocer todo lo que ha hecho por nosotros. 

Acompáñenme a pedir por aquellos hermanos y hermanas que perdieron la vida en aquél fatídico terremoto del año 2007, para que el señor les conceda PERDÓN, SALVACIÓN Y VIDA ETERNA. Para los familiares de estos hermanos difuntos, que el Señor siga siendo su fortaleza y consuelo.  

FELIZ FIESTA DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA. 

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