HAZ MEMORIA DEL DIOS QUE TE HA SALVADO

El libro del Deuteronomio recoge, a modo de testamento, una relectura de la Ley, en tiempos previos al exilio y que fue reeditado por una corriente laica que en diálogo con la tradición sacerdotal configuraron lo que hoy conocemos como el Pentateuco. Israel ya se había asentado en la tierra prometida y también se había fortalecido la institucionalidad de la monarquía (dos reinos), el sacerdocio y los estudiosos de la Ley. Pero, la búsqueda de alianzas les fue conduciendo a la apertura de cultos extranjeros, cosa que le fue llevando a la catástrofe, cayendo el reino del Norte en manos de los asirios y luego acorralado en asedio el reino del Sur. Este reino del Sur o de Judá sobrevivirá al asedio y entrará en un tiempo de reconfiguración religiosa a partir de la reforma llevada a cabo por el rey Josías. La estructura del texto del Deuteronomio se sostiene en las advertencias, mandatos y consejos del anciano Moisés que está a punto de morir en la entrada de la tierra prometida a la nueva generación de israelitas. Por eso, resalta mucho este juego de palabras: “Cuando ….entonces…”. El énfasis está en el recuerdo o la memoria que Israel debe mantener, de tal forma que la evocación de los hechos asegura la constatación de que Dios cumple sus promesas y, por tanto, debe darse a conocer de generación en generación. La gratitud a Dios por la tierra será acompañada por un ofrecimiento cultual y una profesión de fe acerca del origen de Israel. Así, tenemos esta tradición señalando a Jacob como el Padre del pueblo de Israel, aquel arameo errante que nos cuenta el Génesis y que después de sus peripecias y con su gran familia tuvo que migrar a Egipto. Pasado el tiempo, aquel núcleo tribal se convirtió en un gran pueblo que tuvo que soportar la opresión de los egipcios, pero fue liberado por la mano del Señor (Éxodo). Israel, es un pueblo de fe, pero de una fe que se basa en una historia salvífica, de una memoria viva y que se ha convertido en ritual para ser ejercida en la posteridad por sus futuras generaciones.

La segunda lectura ha sido tomada de la carta de Pablo a los romanos. Pablo no conoce a estos hermanos cristianos de Roma y aprovecha esta misiva para presentarse y presentar su evangelio. Pablo quiere abrir la misión en occidente y quiere que esta comunidad le apoye en esta tarea. Pero, Pablo es consciente de un dolor que quiere compartir con una comunidad que ha tenido sus raíces en la comunidad judía convertida a la fe en Cristo, pero que en esta etapa misionera ha marcado una gran distancia de sus hermanos judíos frente a la misión de los cristianos quienes han crecido en número siendo la mayoría paganos convertidos. Pablo está convencido de que es Dios quien ha llevado adelante su plan salvífico en Cristo Jesús con su muerte y resurrección, pero no comprende por qué sus hermanos judíos no pueden aceptarlo. Dios que ha manifestado su palabra no puede fallar, y confía que su profesión de boca de esta verdad de fe es aceptación segura de que la salvación es eficaz para todos los hombres no importando que uno sea judío o gentil. Pablo apela a la Escritura para confirmar lo dicho y así nos deja una vez más su discernimiento acerca de la salvación en clave de universalidad.

El evangelio nos introduce en el inicio del ministerio de Jesús, el cual “lleno del Espíritu Santo” fue conducido por este Espíritu a la confrontación de su misión y el sentido de su mesianismo con el diablo en el desierto, el lugar donde deambulan las fuerzas del mal. En un tiempo simbólico que evoca el camino del desierto de Israel, Jesús se prepara con ayuno a su tarea. ¿Pero, Jesús sucumbirá a las tentaciones como Israel cayó en su momento? Una a una, las tentaciones serán rebatidas por la fidelidad de Jesús a Dios y a su misión. Lucas decidió cambiar el orden de las dos últimas tentaciones comparándolas con las propuestas por Mateo, por su preferencia por el Templo de Jerusalén. Este evangelio abrió sus páginas en el Templo y concluye también en el Templo. Es en este lugar santo desde donde la salvación va a irradiarse rompiendo las fronteras de sus murallas para dar apertura a la salvación a todos. Por eso, no es por la ostentación de poder como se llevará adelante la misión del Enviado del Padre, ni tentando mucho menos al mismo poder de Dios. Para este evangelista, el diablo no cesó en su interés de ver derrotado a Jesús guardándose para el momento oportuno, que nunca llegó. Iniciamos la cuaresma, tiempo de confrontación con lo que profesamos y creemos. Se abre este tiempo para recordar, para hacer memoria, para ser agradecidos por la acción salvífica de Dios en la historia, en tu historia y en la mía. Cristo venció las tentaciones para darnos una oportunidad de comprender mejor nuestra relación con Dios y fundamentarlas en la absoluta convicción de que no hay que adorar a otro Dios más que aquel que se nos ha manifestado en la historia como el Dios providente, el Dios que no se muestra desde el dinero y el poder, el Dios que solo ha querido amarnos en el amor de su hijo que nos amó hasta el extremo. Que tengas un buen peregrinaje cuaresmal.

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