El evangelio de este domingo nos presenta a la sagrada familia llevando al niño a Jerusalén para presentarlo en el templo, se había cumplido los 40 días de haber nacido y entonces debían cumplir el rito de la purificación de la madre y el recate del niño presentando como ofrenda para el sacrificio los dos pichones o par de tórtolas.

Con esta presentación del niño en el templo queda reflejado que esta pareja de esposos son personas religiosas y que cumplen con lo que manda la Ley y por lo tanto nos deja entrever que educaran a este niño según la costumbre del pueblo de Israel y por lo tanto el niño aprenderá a guardar los mandamientos de la Ley que Dios había dado antiguamente por medio de su elegido Moisés.

Este momento de la presentación en el Templo provoca la revelación que Dios hace al pueblo por medio de dos ancianos que esperan el cumplimiento del designio salvador de Dios en favor de Israel.

Primero aparece en el relato el anciano Simeón, justo y piadoso, quien tomando en brazos al niño bendice a Dios “…porque mis ojos han visto a tu salvador…luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo Israel…”, no solamente reconoce al enviado sino que también profetiza que el niño “…ha sido puesto como signo de contradicción y… queden al descubierto los pensamientos de los corazones…”.

En segundo lugar aparece en el relato la anciana Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, a quien reconocían como profetiza, aquella mujer que desde que había quedado viuda servía al Señor con ayunos y oraciones en el Templo y también ella da gracias a Dios por el niño que contempla y de quien habla a todos aquellos que aguardaban la liberación de Israel.

Termina el relato haciéndonos saber también a nosotros que aquellos padres que habían quedado admirados de lo que se decía del niño, regresaron los tres juntos a Nazaret y que el niño iba creciendo y fortaleciéndose que se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con Él.

El desarrollo integral de la persona desde su nacimiento se va dando principalmente dentro de la familia y después también la comunidad participa de esta responsabilidad.

Que importante es que los padres de nuestro tiempo tengan presente esta tarea y no la transfieran a terceros porque los padres serán siempre los primeros responsables de la educación de sus hijos y que todos los demás solo somos colaboradores de ellos en esta hermosa tarea de educar a los niños para que se vayan formando y lleguen a ser personas de bien.

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