Queridos hermanos: la paz y la felicidad de parte de Dios, que se ha hecho hombre siga reinando en nuestros corazones.
Este es domingo preminente en que nos alegramos por la vida, por lo grande que Dios es con nosotros.
Este domingo celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, y es propicio ponernos a pensar en lo maravilloso que es Dios. Todos conformamos  la gran Familia de los hijos de Dios. Miremos el humilde pesebre, una familia que tuvo que pasar más de una dificultad, para establecerse en la sencillez del mundo. Lo conforman tres personas que, unidas por el amor, nos siguen transmitiendo al mismo amor. No puede existir una familia que no tenga en el corazón y en su hogar, amor de padres y el cariño de los hijos, que alegran la vida de todos.
Y por coincidencia es el último día del año y la misma liturgia no puede ser tan prodigiosa con nosotros. Creo que es un día significativo para  darle gracias a Dios por los días que nos ha regalado y le encomendamos el nuevo año, pero también es un día para ofrecerle la ofrenda del perdón, un perdón que salga desde lo más hondo de nuestro ser, porque perdonar es amar, y un amor hasta el extremo, de ser capaces de renunciar a uno mismo, para que mi hermano se sienta feliz. El perdón es de corazón a corazón, porque de ella nacen los buenos y malos deseos.
Hermanos, que en familia podamos hacer pequeños propósitos para este nuevo año, que en familia nos abracemos para alcanzar la misericordia de Dios, que en familia caminemos hacia un solo objetivo, que en familia aprendamos a amarnos y corregirnos. Que todo lo que construyamos sea para seguir edificando una familia que mire siempre como ejemplo la gran Familia de Nazaret que nunca dejo de confiar en Dios, nunca renunció a sus responsabilidades a pesar de las vicisitudes de la vida. Si hay que caminar un trecho más, que sea tomado de la mano del otro.
Queridos hermanos que por la circunstancias de la vida han asumido el rol doble de la paternidad responsable, que sean felices asumiendo ese rol tan complicado, sin echar la culpa a nadie. Que en el rol de PADRE Y MADRE, no dejen de mirar el ejemplo de María y la comprensión de José, solo nos queda mirar adelante y luchar para que los hijos no sufran, sino que aprendan a amar y ser agradecidos por la vida.
Pidamos hoy para que la familia, célula de la sociedad, no sea maltratada y herida, que se mantenga unidad y salga a luchar en todo momento. Defendamos la familia que ha establecido Dios.
FELIZ AÑO NUEVO, QUE EL SEÑOR Y LA VIRGEN CAMINEN CON NOSOTROS

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