HERMANAS Y HERMANOS seguimos avanzando en el tiempo de Pascua y ya llegamos al sexto domingo y por lo tanto ya nos acercamos a cumplir los cuarenta días que pasó el Señor con sus discípulos después de su resurrección y que cumplido el tiempo Asciende glorioso al cielo para enviar desde el Padre el nuevo Paráclito.
Por eso antes de subir al cielo el Señor Jesús sigue dándoles pruebas a sus discípulos de que realmente ha resucitado y repasa con ellos todo aquello que había enseñado mientras recorría las ciudades pueblos y aldeas y de lo cual ellos habían sido testigos junto con los signos o milagros que llaman los otros evangelistas.
Es por eso que en el evangelio que se proclama en este domingo el Señor Jesús aparece instruyendo a sus discípulos a los que les dice que para que todos los reconozcan como sus discípulos deben amarse unos a otros y también el Señor Jesús les habla o enseña en qué consiste este amarse unos a otros y cuál es el trasfondo de ese amor.
El Señor Jesús empieza enseñando a sus discípulos en que consiste ese amor, y como ellos pueden verificar si ese amor con que lo aman es verdadero o es falso. Y esta enseñanza es también para nosotros ahora y la razón es para que no haya ambigüedades en nuestra manera de amar.
Y es por eso que el Señor Jesús empieza diciendo: “El que me ama guardará mi palabra”, está sería la primera regla para verificar si nuestro amor a Él es verdadero. Solo quien guarda su palabra queda seguro que su amor por el Señor es verdadero.
Y como para animar a todos para que nos ejercitemos en guardar su palabra les dice a sus discípulos en aquel entonces y a nosotros también ahora “Y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él”.
Hasta aquí la enseñanza es en positivo.
Pasa luego a una enseñanza en negativo, cuando dice a sus discípulos y también a nosotros ahora: “El que no me ama no guardará mis palabras”. Y para que se comprenda la gravedad de la cosa les hace saber que “la palabra que ustedes están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió” es decir se trata de guardar o dejar de guardar la palabra del Padre.
Pasa luego el Señor Jesús a una segunda enseñanza en donde habla a sus discípulos de uno que el Padre les va a enviar como auxilio “…pero el Defensor, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mí nombre” es quien les ayudará no solo a aprender bien esa palabra, “…el Espíritu Santo, que enviará el Padre… será quien les enseñe todo…” sino que también les ayudará a recordar todo “…y les recuerde todo lo que les he dicho”. De tal manera que nadie pueda decir que por falta de memoria o inteligencia no pudo guardar la palabra de Dios dada a conocer por el Hijo muy amado a todos, sino que todos somos auxiliados por el Espíritu Santo, ya que todos lo hemos recibido cuando recibimos el sacramento del bautismo, quien nos va a enseñar y ayudar a recordar la palabra del Señor que como ya hizo notar antes es la Palabra del Padre que lo ha enviado.
Les habla también el Señor Jesús a sus discípulos de dejarles la paz y al hacerle les hace notar que entre la paz que Él les da y la paz que da el mundo hay una gran diferencia, “La paz les dejo, mi paz les doy, no la doy como la da el mundo…”.
La paz que da el mundo es más o menos así “tú no te metes conmigo y yo no me meto contigo, tu haz lo que quieras o te dé la gana que yo no te diré nada con tal que tú no me digas nada cuando yo haga lo que quiera o me dé la gana” y así llevamos la fiesta en paz.
Sin embargo, la paz que el Señor nos deja y que Él nos da, nos empuja a meternos con todos cuando las cosas que hacen no son conforme a la voluntad de Dios, no son conforme a la Palabra de Dios. Y por supuesto que hacer eso les trae problemas a quienes reciben la paz del Señor.
Previendo que esta manera de proceder en quienes reciben su paz, les va a traer dificultades con los otros, el Señor les anima a que no teman “Que no tiemble su corazón ni se acobarde” y eso porque lo principal es agradar a Dios antes que a los hombres, en hacer lo que Dios quiere por sobre todas las cosas.
Termina el relato del evangelio de este domingo VI de Pascua presentando al Señor Jesús hablándoles a sus discípulos de que se deberían alegrar cuando Él les habla de volver al Padre, ya que el Padre es más grande, “si me amaran se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo”
Y como para que entren en confianza termina por expresar la razón de haberles dicho todo esto, “Les he dicho todo esto antes de que suceda, para que cuando suceda entonces crean”.
Conviene entonces este domingo pedirle al Señor Jesús que nos conceda la gracia también a nosotros de guardar sus palabras como muestra de nuestro amor a Él y nuestro amor a Nuestro buen Padre que está en el cielo.
También haremos bien en pedirle que ese Defensor que promete enviar, desde el Padre, nos ayude recordar y a comprender esa enseñanza que el mismo Señor Jesús nos ha enseñado de parte del Padre.

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