Este domingo de Pascua nos presenta el evangelio la figura del Buen Pastor. Una alegoría que nos traslada a la relación perfecta que existe entre Cristo y los hombres. Jesús es modelo de pastor porque conoce a las ovejas y da la vida por ellas. Siente una profunda relación entre Él y sus ovejas. Las llama por su nombre. Las conoce una a una y, a su vez, es conocido por ellas. Las apaciente en pastos frondosos; las cuida y les concede todo lo necesario para crecer y desarrollarse. Está pendiente de todas sus necesidades y las trata de satisfacer. Todo esto indica una profunda intimidad, una participación de vida, una pertenencia mutua y profunda, una donación y una entrega. El pastor no ve en las ovejas un negocio y prosperidad ni un interés personal sino una prolongación de su servicio desde el amor que les tiene.

La parábola del Buen Pastor pone de relieve la preocupación de Jesús por la unidad. Habrá un solo rebaño y un solo pastor. El rebaño está formado por todos aquellos que escuchan su voz, que creen en su proyecto de vida, se hacen “ovejas” de Él y lo siguen hasta la vida eterna. Jesús es el pastor que marca el camino y lo suaviza de las asperezas de la vida. Es cariñoso con sus ovejas, las conoce personalmente y las llama por su nombre.

Íntimamente unida a la advocación del Buen Pastor celebramos también, en este domingo, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones sacerdotales y Religiosas. Hoy la Iglesia requiere de pastores para regir, enseñar, santificar, servir al Pueblo de Dios y realizar las funciones encomendadas a los sacerdotes. La vocación al sacerdocio es una llamada que Dios hace y que exige discernimiento, disponibilidad, acogida y compromiso para responder con alegría a la misión y anuncio del Reino de Dios. La oración, la participación activa en las tareas eclesiales, la vivencia de la fe desde la familia, el testimonio de los propios sacerdotes, sensibilizar, acompañar, acoger a los jóvenes que sientan esta llamada serán instrumentos poderosos que faciliten el inicio del proceso de muchos jóvenes a la “aventura” de la vida sacerdotal. Jesús les acompañará y allanará el camino como Buen Pastor que orienta sus vidas hacia “los buenos pastos” de una vida entregada por amor.

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