El evangelio de este domingo nos presenta al Señor Jesús que continúa conversando con sus discípulos y si el domingo pasado les pedía que, así como creen en Dios, también creyeran en El, hoy les habla sobre el amor y como este amor debe ser manifestado para mostrarlo y cuáles son las consecuencias que va a tener en sus vidas.

Y lo primero que les dice en forma de afirmación es “El que me ama guardará mi palabra”, aquí debemos recordar aquella enseñanza de nuestros mayores en relación a los mandamientos: “hay que guardar los mandamientos de la Ley de Dios”, digo esto pensando en que alguno de nosotros siguiendo al pie de la letra lo que dice el Señor vaya a agarrar los evangelios lo vayan a envolver bien bonito y luego lo vayan a poner en una caja bien bonita y guardarlo en un lugar seguro de la casa para que no se vaya a extraviar.

Aunque la enseñanza de nuestros mayores era “hay que guardar los mandamientos de la Ley de Dios” todos comprendíamos que se trataba de poner en práctica en nuestra vida cada uno de los Mandamientos y que su incumplimiento suponía luego de haber recibido el sacramento de la Eucaristía, ir a confesarnos porque había en nosotros la conciencia de no haber “guardado” alguno de los Mandamientos y por lo tanto necesitábamos reconciliarnos con Dios y renovar nuestro amor a Él.

Entonces debemos comprender las palabras del Señor como lo comprendieron los discípulos “guardar las palabras del Señor” conllevaba la tarea de recordar y poner en práctica las enseñanzas que Él durante el tiempo de su apostolado les había estado dando y la razón que da para hacerlo es que “la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió”.

Si el guardar las palabras del Señor es expresión de nuestro amor por Él, la primera consecuencia de este amor al Señor Jesús, expresado al guardar la palabra del Señor, es que el Padre nos amará. La segunda consecuencia es que el Padre y el Hijo harán morada en nosotros por guardar su palabra ya que las palabras que el Señor Jesús nos dirige son palabras del mismo Padre.

Aquí queda claro que nuestro amor al señor Jesús y a nuestro buen Padre Dios se verifica en cuanto somos capaces de guardar su palabra, así como el no guardar su palabra es expresión de nuestro no amor. Es bueno tener presente esta verificación pues cada día podemos cada quien en un examen de conciencia podemos validar si nuestro amor a Dios y a su enviado es verdadero o falso.

El Señor Jesús sigue hablando a sus discípulos y les hace notar que es Él quien les está hablando ahora que está entre ellos, como queriendo decirles que esta enseñanza no es invento de otro sino de Él mismo en persona.

Y como queriendo adelantarse a sus discípulos que pudieran hacer notar “Señor como vamos a poder acordarnos de cada una de tus enseñanzas si nuestra capacidad de recuerdo es frágil y pronto olvidamos las cosas”, es que el Señor Jesús les habla de un DEFENSOR al que llama ESPÍRITU SANTO y que el Padre enviará en su nombre y que tiene como misión “ENSEÑAR Y RECORDAR TODO LO QUE LES HE DICHO”.

Terminada la enseñanza el señor Jesús les desea la paz a sus discípulos, es una paz diferente a la que da el mundo. Esta paz que les deja y que les da sigue siendo entregada por el Señor, sacramentalmente, cada vez que celebramos la Eucaristía y la experimentamos cuando en el nombre del Señor con nuestro abrazo ayudamos a nuestro hermano que recibe nuestro abrazo a experimentar esa Paz que el Señor nos da y nos deja, tal es así que cuando nos damos ese abrazo de la paz decimos LA PAZ DEL SEÑOR ESTE CONTIGO”  dejando en claro que el abrazo que nos estamos dando no es un gesto de amistad o de reconciliación sino que es un signo por el cual se hace sensible la paz que el Señor también nos da a nosotros.

Culmina su enseñanza el Señor Jesús lo que ya nosotros hemos escuchado el domingo pasado que se va a alejar de ellos, los discípulos, para ir a la casa de su Padre a preparar un lugar para que donde Él va a estar estén también ellos a los que vendrá a llevar.

Hay una recomendación que hace el Señor “Que no tiemble su corazón ni se acobarde” imagino que está haciendo referencia al momento que todos hemos de experimentar en un momento de nuestra vida y que es pasar de esta vida terrena a una vida eterna junto a Dios. Como quien dice no tengan miedo a la MUERTE sino por el contrario que esta sea experimentada con aquella alegría de un hijo que sabe que por fin va a la casa de su Padre para quedarse con Él para siempre. Y estas palabras las dice ahora que está al lado de sus discípulos para que la guarden por amor a Él, “Les he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda sigan creyendo”   

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