Queridos amigos, reciban mi cordial saludo, en este “día del Señor, quinto domingo de cuaresma”.
Dios los bendiga, los tengo en mi oración.
Ya estamos muy cerca de la semana santa, el próximo domingo empezaremos con el “domingo de ramos”.
Las lecturas de la Palabra de Dios para hoy nos preparan para contemplar el inmenso amor de Cristo, que en obediencia al Padre, hace ofrenda de su vida por nuestra Salvación: Cristo muere por darnos su Vida, la VIDA ETERNA. Es el inicio de una vida en Cristo, para gloricarlo con nuestro testimonio de vida.
En la primera lectura del profeta Jeremías (Jr.31,31-34), se manifiesta una “nueva alianza”, no al modo de la “antigua alianza” recibida por Moisés escrita sobre piedras. Esta nueva alianza es la plenitud del amor de Dios, que será escrita “en los corazones” para “ser el pueblo de Dios” por la propia iniciativa y querer de Dios.
Cristo es quien en la última cena expresará el cumplimiento de esta Nueva Alianza, que sellará por su sangre derramada desde la cruz no como signo de muerte sino de salvación. Para nosotros la cruz es signo de nuestra salvación definitiva. Cristo en la Cruz nos dio su aliento de vida. Morimos al pecado, resucitamos a una vida nueva!!!
El salmo 50, es una bellísima oración, para exaltar el corazón del encuentro con Dios: “oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme,…no me quites tu santo espíritu”.
En la carta a los Hebreos ( Hb.5,7-9), nos presenta el drama de Jesús, ante el padecimiento de cruz, y en esto contemplamos el amor que es obediente por nuestra salvación.
El evangelio de San Juan (Jn.12,20-33), nos presenta la decisión de Jesús, de mostrar que “ha llegado su Hora”, es el tiempo de ser subido en alto, para que todos encuentren en él la salvación eterna.
La hora de Jesús es el inicio de la Pasión, muerte y Resurrección que viviremos con mayor oración contemplativa en los días del triduo pascual de la semana santa.
Cristo será glorificado por nuestra salvación.
Aprovechemos estos días últimos de la cuaresma para estar más cerca a Jesús, de darle espacio en nuestra vida, para que nos traiga, luz, perdón y esperanza. Podríamos mantener el deseo de esos jóvenes griegos que dijeron a Felipe:” quisiéramos ver a Jesús”.
Podríamos también tener la actitud de ayudar a otros a encontrarse con Jesús como lo hicieron Felipe y Andrés. Que desafío grande de ser testigos de Cristo, como un “sacramento” que nos hace signos visibles del amor de Dios, y que los demás puedan encontrar en nosotros el amor de Dios.
Cristo, revela que su “Hora”, es para dar vida y vida en abundancia. Su morir no es un sin sentido. Su morir será el medio de expresar su amor para darnos su Vida misma.
La señal del discípulo está en el mandamiento del amor hecho un servicio.
La subida de los griegos a Jerusalén, es distinta de la subida de Jesús a Jerusalén, él será subido a lo más alto de la tierra para que todos puedan alcanzar por la fe la salvación, la vida eterna.
Animo pues en prepararnos para vivir más intensamente en estos días que viene de la semana santa. “Deseemos estar con Jesús”, estar con él, darle posada en nuestra vida. Preparemos nuestro corazón para acoger la nueva Alianza que nos trae Cristo.
Dispongámonos para ser como un sacramento que conduce a otros a Cristo, nuestro testimonio de vida es necesario.
Los tengo presentes en la misa de hoy.
Oh María sin pecado concebida.
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

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