Por la temática desarrollada en el contenido del evangelio que se proclama el IV domingo de Pascua, se le conoce a este, como el DOMINGO DEL BUEN PASTOR, y la Iglesia celebra la JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES, donde toda ella eleva su oración delante del dueño de la mies para que envíe obreros para hacer la cosecha de su mies.

Teniendo como trasfondo esta jornada de oración y lo que debemos hacer para vivirla, podemos intentar reflexionar el Evangelio de este domingo que en su inicio nos presenta al Señor Jesús identificando al pastor y al ladrón y bandido.

Al pastor sus ovejas saben reconocer su voz y lo siguen, en cambio al extraño no lo reconocen ni por la voz y tampoco lo siguen.

¿Llegamos nosotros a comprender al Señor en su enseñanza? Pregunto porque nosotros, los sacerdotes como colaboradores de nuestros obispos en la tarea de apacentar el rebaño a ellos confiados, tenemos la responsabilidad de cuidar y servir a la porción de rebaño que se nos confía en las parroquias donde ejercemos nuestro servicio pastoral y por lo tanto tenemos que evaluar si el rebaño nos percibe como pastores o como ladrón y bandido; lo digo porque en la participación dominical más o menos un 10% de ellos solo concurren al llamado de nuestra voz. ¿Qué nos está sucediendo? Es que hemos descuidado de acompañar al rebaño para que nos reconozca y conozcan nuestra voz. ¿será tal vez que hemos olvidado que “ministerio” significa servicio, es decir que nos hemos olvidado que somos los “servidores” y no somos los “mandamás”. Pidamos en esta jornada por quienes ejercemos el servicio de pastores para que haciendo resonar en nuestras vidas las palabras del Papa Francisco nos preocupemos cada día de impregnarnos y llegar a ser “pastores con olor a oveja.

 

En un segundo momento el Señor Jesús se presenta como “la puerta” del corral, el corral supone protección, seguridad para el rebaño de todo aquello que pueda ser un peligro para el rebaño.  La puerta por donde debemos pasar pastor y rebaño para dejar en el redil al rebaño lejos de los peligros que supone dormir a la intemperie.

Lo mismo que para nosotros los sacerdotes vale también para los responsables de los grupos parroquiales, no olvidar que somos servidores y no “mandamases” para poder comportarnos como verdaderos pastores preocupados por los confiados a nuestro cuidado.

Sigamos orando como Iglesia para que sus sacerdotes para que nos comportemos como verdaderos pastores preocupados en obtener el olor a ovejas porque nos involucramos en nuestro servicio buscando siempre el bien del rebaño. También pidamos al dueño de la mies para que los que somos llamados a este “servicio” no dejemos nunca de buscar a asemejar nuestra vida a la vida del único Pastor y dueño del rebaño: Jesús el Cristo. Que no olvidemos que fuimos llamados para realizar su misión no nuestra misión.

QUE EL DUEÑO DE LA MIES, NUESTRO BUEN PADRE DIOS, ESCUCHE NUESTRA ORACIÓN QUE COMO IGLESIA ELEVAMOS A ÉL Y NOS ENVIE TRABAJADORES PARA HACER LA COSECHA DE SU MIES.

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