Primero las mujeres de madrugada aquél primer día dela semana fueron a visitar la tumba donde se había depositado el cuerpo del Señor con los perfumes preparados para embalsamar al Señor Jesús. Solo cuando les hicieron recordar las palabras del Señor aquellos personajes que les dijeron que “¿por qué buscan entre los muertos al que esta vivo?” entonces aquellas mujeres que no esperaban que el Señor resucitase, porque si lo hubieran esperado entonces no tendrías prisa para embalsamar el cuerpo del difunto. Los Once tampoco esperaban que el Señor resucite sino les hubieran creído el relato de las mujeres. Luego Pedro que fue hasta el sepulcro y aunque vio solo las sábanas a lo más que llego fue a extrañarse que estuviera el cadáver. El relato hace una afirmación que nos ayuda a descubrir la razón por la cual las mujeres y los discípulos no esperaban la resurrección del Señor: se habían olvidado lo que el Señor Jesús en vida les anuncio en varias oportunidades. Se olvidaron de la palabra del Señor y si la recordaron no la comprendieron. TODO ESTO SUCEDIÓ POR LA MAÑANA.

Hoy el evangelio nos trae el relato de lo que sucedió POR LA TARDE de aquel primer día algunos del grupo empiezan a dispersarse. Ya no hay a quien seguir. Y es así que estos amigos se acompañan en su trayecto de vuelta a su aldea EMAÚS que dista de la ciudad de Jerusalén un promedio de dos horas a dos horas y media de camino. Iban conversando y discutiendo sobre lo que había sucedido ya que no terminaban de comprender lo que le había sucedido a Jesús, el Nazareno ya que ellos esperaban que fuera el futuro liberador de Israel por lo menos fue lo que le dijeron a aquel extraño que se les acerco y les pregunto de discuten. También le comentaron que las mujeres habían venido a sobresaltarlos diciéndoles que el Señor Jesús estaba vivo.

Hasta aquí descubrimos que para creer en la resurrección del Señor es necesario recordar sus palabras y creer en el testimonio de otros. Pero tal parece que eso no es suficiente los discípulos necesitan muchas pruebas más.

Digo esto porque a pesar que el señor les explica a estos amigos del camino todo lo que la Escritura anunciaba del Mesías.

Llegando a su destino los amigos de Emaús, el extraño hace ademán de seguir su camino, pero es invitado a quedarse, ellos temen que le suceda algo en el camino pues está anocheciendo y puede sufrir algún asalto y puede estar su vida en peligro, por eso el apremio que se quede con ellos. Es en el momento de la cena al verlo tomar el pan, pronunciar la bendición, y partirlo y repartirlo que aquellos amigos reconocieron al Señor, seguramente que les recordó aquella ultima cena de Pascua comida con los suyos en los altos de aquella casa donde mando preparar la cena lo que les abrió los ojos y por fin lo pudieron reconocer.

Para estos amigos no era suficiente que les hablara y les explicase las escrituras para poder reconocer al Señor resucitado fue necesario verlo tomar el pan, bendecir, partirlo y luego repartirlo con ellos.

Ahora si ellos, al igual que las mujeres de madrugada, al atardecer vuelven donde están reunidos los demás para contar que el Señor está vivo y que lo reconocieron al partir el pan. Pero antes que ellos pudieran contar lo que les sucedió por el camino, los compañeros les hacían saber que era verdad aquello que les habían anunciado las mujeres y ellos lo sabían porque el Señor se le había aparecido a Simón.

De esta manera los discípulos van asumiendo una realidad que hasta ese momento no comprendieron, pero que tampoco se atrevían preguntar al señor como era eso de resucitar al tercer día, pero que el Señor se los decía en varias ocasiones: QUE IBA A RESUCITAR.    

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