Este domingo el evangelio nos presenta al Señor Jesús contando una parábola que busca ayudar a revisar la calidad de su oración a algunos que se tienen por justos y la ayuda que les brinda es para que revisen sobre la calidad de su oración, esa conversación entre el hombre y Dios, y puedan descubrir en qué valores o prácticas está basada su oración y como está oración debe encaminar la conducta del individuo en relación con los demás para que la oración no los lleva a sentirse superiores a los demás.

En la parábola que relata el Señor Jesús tiene como personajes a: Dios, un fariseo y un publicano. Y en la historia se deja ver cómo es la relación entre los dos personajes con Dios.

Las razones que esgrime el fariseo para sentirse mejor que los demás son: que no es ladrón, ni injusto, ni adúltero, además que ayuna dos veces por semana, paga el diezmo, sobre todo es agradecido con Dios. Sin embargo, no es solidario con los que no tienen, es decir no reparte el pan con el pobre, tiene complejo de superioridad, considera a los demás por debajo de él. No es justo en su trato con los otros y por lo tanto no practica la justicia y el derecho con los demás. Ese hombre siente que es gracias a su esfuerzo que merece ser justificado y no que es la misericordia y la compasión que Dios tiene por nosotros lo que lo hace digno, además por la manera de referirse del publicano se deja notar que es solo su esfuerzo lo que le hace digno ante Dios.

Del publicano podemos describir que es un hombre que reconoce su condición delante de Dios y por lo tanto se acoge a la misericordia y compasión de Dios para alcanzar el perdón sus pecados de los que es consciente y por lo tanto no tiene reparos en golpearse el pecho en señal de saberse pecador necesitado del amor y misericordia de Dios.

Dios ha manifestado su voluntad de salvar a todos cuando envió a su hijo Jesús a este mundo como salvador, y por lo tanto si somos salvados es por puro amor de Dios por nosotros. Es obra de Dios en favor de nosotros el que seamos perdonados por nuestros pecados y su perdón nos llega como don gratuito, es decir que no pagamos nada por ellos pues hay uno que pago por todos y es aquel a quien el Padre envió a este mundo para conducirnos de vuelta a todos hacía el Padre.

Por lo tanto, es de justicia saber reconocer que si Dios nos salva no es porque lo merezcamos, sino que es por el gran amor que el Padre nos tiene a todos y si alguien cree que merece la salvación es porque no ha llegado a comprender que nuestro Dios, es un Dios que por puro amor busca salvar a todos. De allí que la enseñanza termina con la aseveración “… Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”

QUE EL SEÑOR DE LOS MILAGROS QUE ACOGE A TODOS LOS QUE LE SIGUEN EN SU PROCESIÓN SIN HACER DISTINCIÓN DE JUSTO O PECADOR NOS ENSEÑE CON SU EJEMPLO A HACER LO MISMO FRENTE A LOS TODOS, YA QUE TODOS NECESITAMOS SER PERDONADOS Y SENTIRNOS AMADOS POR NUESTRO PADRE DIOS.

NO OLVIDAR QUE EN LA COLECTA DEL DOMUND TODOS TENEMOS LA OPORTUNIDAD DE COLABORAR CON LOS MISIONEROS Y QUIENES HABITAN EN LOS LUGARES DE MISIÓN. AL COLABORAR ESTREMOS CUMPLIENDO CON “AYUDAR AL SOSTENIMIENTO DE LA IGLESIA”.

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