Este domingo de Pascua se proclama el evangelio según san Lucas que nos presenta el pasaje que continúa al relato de “los Amigos de Emaús” quienes relatan a los demás su encuentro con el Señor por el camino y como lo reconocieron al partir el pan.

Los discípulos creían ver un fantasma cuando el Señor Resucitado se presentó en medio de ellos y les deseo la paz.
La reacción de los discípulos, ante la presencia del Señor resucitado en medio de ellos, suscitan algunas interrogantes:
¿Por qué pensaban que era un fantasma?
¿Cómo así los discípulos no terminan de creer que el señor ha resucitado?
¿Por qué el miedo?
¿De dónde nacen sus dudas?
Por el desarrollo del relato pienso que todo esto les sucedía a los discípulos porque:
Se habían olvidado de lo que les había dicho el señor Jesús. Además de haberse olvidado de lo que las escrituras decían del Cristo.

El Señor resucitado está en medio de ellos para disipar cualesquier duda sobre su resurrección y es por eso que les empieza a dar pruebas de que efectivamente es Él, el mismo al que habían seguido en vida y luego habían visto morir colgado en la cruz y cuyo cuerpo vieron depositar en la tumba.

La primera prueba que les da sobre la veracidad de su resurrección es mostrándoles las huellas de su crucifixión, por eso les enseña las sus manos y los pies para que vean las heridas que han dejado en ellos los clavos que lo sostuvieron pegado a la cruz.
Luego está la prueba de su corporalidad para convencerles que no es un fantasma y por eso pide ser tocado, sin paño de hombros ni guantes, y así noten que es uno como cualesquiera de los presentes, sin resplandores, normalito, tiene carne y huesos.
Ante estas pruebas de su resurrección ofrecidas por el Señor resucitado los discípulos empiezan a reaccionar y entonces empezaron a alegrarse, aunque seguían asombrados ante tan grande portento.

Como el gozo y asombro no les permitían terminar de creer el Señor resucitado les sigue ofreciendo más pruebas en torno a su resurrección y para ello pide un poco de comida, le ofrecen un trozo de pescado asado, el cual lo come delante de ellos, como diciendo con el gesto para que vean que no soy un fantasma porque los fantasmas no comen como ven que yo como.

El Señor Jesús luego de haber ofrecido estas pruebas corporales sobre su resurrección pasa a recordándoles lo que Él les había enseñado y les concede la capacidad de entender las Escrituras haciéndoles notar que en Él se habían cumplido: “el Cristo padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos”.

Termina este encuentro del señor resucitado con sus discípulos recordándoles que ellos son testigos de su resurrección y de la tarea que queda pendiente “…que en su nombre se predicaría penitencia y perdón de pecados a todas las naciones empezando por Jerusalén.”

LA ALEGRÍA QUE NOS TRAE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESÚS, PERMANEZCA SIEMPRE Y CREZCA EN CADA UNO DE NOSOTROS, PARA SER SUS TESTIGOS ANTE EL MUNDO Y PARA HACER UN ANUNCIO GOZOSO DE NUESTRO ENCUENTRO CON EL RESUCITADO.

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