Queridos amigos

Juan y Marcos son los evangelistas para quienes el Jesús de la Navidad es más importante que la Navidad de Jesús. Tanto, que ni hablan de la Navidad, pues presentan a Jesús ya grande y rondando la Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan el Bautista está bautizando con agua: llamando a la conversión y a seguir al Mesías tan pronto aparezca. El evangelista Juan, que nos cuenta todo esto, sabe muy bien lo importante que tiene que ser el personaje que está por aparecer, pues así lo dice su Maestro Juan el Bautista. Impresionado por su apariencia de profeta y, sobre todo, por su integridad y sinceridad, el discípulo Juan lo considera el Precursor del Mesías y está seguro de que habrá de llevarlo a Él, (como de hecho pasó (Jn 1, 35-37).

En relación con nuestro Adviento o tiempo de espera vigilante y activa de Jesús, lo que Juan nos pide hacer (Jn 1,6-8. 19-28) es prepararnos para recibirlo dando más importancia al Jesús de la Navidad que a la Navidad de Jesús. Claro que hay que celebrar la Navidad y en grande, pero no podemos pasarnos todo el tiempo mirando el pesebre o la cuna, o cantando villancicos con los ángeles, o comiendo panetón con los pastores. Al fin y al cabo, la Navidad es el cumpleaños de Jesús, y cuando celebramos el cumpleaños de alguien no hablamos tanto de dónde y cómo nació…, sino que nos fijamos en la persona que tenemos delante y la felicitamos y nos interesamos por su salud y le decimos que cuente con nosotros.

Siguiendo el evangelio de Juan, resaltemos sólo estas dos cosas que tendríamos que hacer: 1. Acoger el testimonio del Precursor sobre Jesús, dando la importancia debida a lo que nos dice, por ejemplo, que el Mesías que viene es muy superior a él. Como es muy superior el bautismo en el Espíritu Santo que va a darnos (Jn 1,33). (Nos lo dio y es lo más grande que tenemos, pero lamentablemente ni sabemos la fecha de nuestro cumplebautismo ni lo celebramos cada año); y 2. Convertirnos nosotros en Precursores de Jesús, dando testimonio de Él y anunciándolo con nuestras palabras y obras. Al respecto, Juan hace suyas estas palabras del profeta Isaías (40,3): “Yo soy la voz que grita en el desierto: ¡preparen el camino del Señor!”.

Sin duda lo más importante que podemos hacer, para preparar la Navidad y como regalo al Jesús de la Navidad, por su cumpleaños, es convertirnos en evangelizadores. Nos lo pide el Señor por boca del profeta Isaías; “El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres”, (Is 61, 1). Es lo que hizo San Vicente de Paúl, que andaba buscando qué hacer por Jesús y cómo hacerlo. ¿No podríamos hacerlo también nosotros, tu y yo?

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