P. Emilio Torres Motta

El evangelio de este domingo continúa presentándonos al Señor Jesús en diálogo con los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo y en esta oportunidad el Señor Jesús a quienes les habla en parábolas y en esta ocasión usa la imagen de una fiesta de bodas que organiza un rey y en donde los convidados se disculpan para no asistir. Una vez que resuelve la situación creada por la no asistencia y mal comportamiento de los invitados, el rey envía a sus criados a los cruces de camino a invitar a quienes encuentren, buenos y malos, no importa, lo que importa es que acepten la invitación y asistan porque hay banquete para todos.

De pronto el rey entra a saludar a todos los asistentes invitados. Mientras está saludando su atención se centra en uno que no lleva traje de fiesta y que no sabe decir como entro sin traje de fiesta quien termina siendo expulsado fuera a las tinieblas.

Termina su parábola sentenciando el Señor Jesús que “muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

Si en la primera parábola la enseñanza estaba centrada en la necesidad de hacer lo que el señor pide para entrar en el reino de Dios, porque si no otros que lo hagan nos ganaran el puesto.

Y en la segunda parábola la enseñanza está centrada en la necesidad de dar frutos de buenas obras según espera Dios de sus hijos e hijas, porque de otra manera se pierde el derecho de poseer el reino de Dios.

Está tercera parábola nos enseña que por sobre todas las cosas nuestro interés debe estar en hacer lo que Dios quiere, en este caso participar de la fiesta de bodas.

Reminiscencia de la celebración de la EUCARISTÍA, Banquete Pascual, banquete de bodas del cordero, donde todos los bautizados somos invitados a participar en el banquete y la única condición para participar es estar vestido con traje de fiesta, vestidura blanca recibida en el día de nuestro BAUTISMO y que se nos pidió mantener limpia de toda mancha de pecado hasta salir al encuentro de Nuestro Salvador Jesucristo.

Pero como la experiencia nos enseña en el transcurso de nuestras vidas pecamos, Dios en su infinita benevolencia nos da la oportunidad de lavar de toda mancha de pecado nuestro vestido de fiesta y eso sucede cuando arrepentidos y reconociendo que hemos pecado le pedimos perdón a Dios por ello y Él que tanto nos ama nos otorga su perdón por su gran misericordia, y entonces ya quedamos con la vestidura de fiesta limpia y preparados para participar en el banquete pascual de su amor.

EN ESTA TERCERA SEMANA DEL MES DE LAS MISIONES OREMOS POR LAS VOCACIONES MISIONERAS EN LA IGLESIA, PARA QUE HAYA HERMANOS Y HERMANAS QUE OYENDO LA LLAMADA DEL SEÑOR Y RESPONDIENDO CON GENEROSIDAD, SEAN ENVIADOS EN NOMBRE DE TODOS NOSOTROS, LA IGLESIA, A AQUELLOS LUGARES DONDE TODAVÍA NO SE HA ANUNCIADO EL EVANGELIO, LA BUENAS NOTICIA DE LA SALVACIÓN A LOS PUEBLOS Y HERMANOS QUE TODAVÍA NO LO HAN ESCUCHADO. PROMOBAMOS ENTRE LOS NUESTROS LA SOLIDARIDAD PARA CON LOS MISIONEROS A TRAVÉS DE LA COLABORACIÓN ECONOMICA EN LAS COLECTAS QUE SE HAGAN, ESPECIALMENTE EN LA MISA DOMINICAL SIGUIENTE.

P. Emilio

 

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