“La sala se llenó de comensales”
En la sala hay sillas para todos. En la mesa hay platos para todos. En la cocina hay alimentos para todos. En los jardines la orquesta saluda con su música los que llegan. La fiesta va a comenzar. El padre, que ha invitado, saluda a unos y espera a otros. Hay alegrías y gozo en su corazón. Pero su rostro de vez en cuando cambia y en sus ojos aparecen reflejos de tristeza, de pena y hasta de preocupación. Se ve que corazón, en medio de tanta felicidad, está sufriendo. Le van llegando noticias de que muchos de sus invitados no quieren acudir a su fiesta, que no quieren compartir su alegría, que no quieren sentarse a su mesa y participar del banquete preparado con tanto amor. Ellos han preferido “otras fiestas”, y han buscado excusas para justificar sus inasistencias. Han despreciado su banquete y preparan sus propios banquetes. No han querido participar de la alegría, del gozo, de la felicidad y han ido en busca de otras alegrías, del gozo, de la felicidad. ¡Cómo no va a sufrir y llorar el corazón del padre!. El que con tanto amor había preparado el banquete, el que deseaba que todos disfrutaran de la fiesta, el que todo lo había hecho por amor para entregarles lo mejor, el que deseaba que todos compartieran la felicidad del hijo, siente su desprecio, su rechazo, su indiferencia.
Pero el padre no suspende el banquete. La mesa seguirá servida. La orquesta no dejara de tocar. Otros invitados si aceptaran sentarse a su mesa y la casa se llenara de voces de cantos, de música tú su corazón desbordaran de alegría y gozo.
Dios es ese padre que nos invita a nosotros a participar del banquete de bodas de sus Hijo Jesús. Dios, nuestro Padre m, quiere reunirnos un día alrededor de su mesa,. Para eso nos creó, para eso Jesús murió, resucito y ascendió a los cielos. Es una invitación que brota de un corazón que ama y que desea una respuesta de amor.
¿Aceptas su invitación? Vete a tu habitación. Desnúdate y tira} tu ropa vieja. Vístete con “ropa de fiesta”. Ponte en camino para participar del banquete. Él te espera y quiere contigo su gozo, su alegría, su amor. Él quiere compartir contigo la felicidad de su hijo. Deja a un lado tus preocupaciones, tus anhelos, tus intereses, tus otros gozosos y alegrías y acepta. Tu sé sincero y agradecido será un motivo más de alegrías en el corazón de Dios, de tu Dios y mi Dios.
P. Javier