Este domingo el evangelio nos presenta al Señor Jesús conversando con sus discípulos a quienes les cuenta una historia, con lo que podemos deducir que el señor quiere enseñarles sobre algún tema en especial y por el sentido de la historia se trata de un tema de suma importancia también para nosotros.

El tema es sobre ADMINISTRACIÓN DE BIENES. En la historia que narra el señor Jesús, estos bienes le son confiados a un administrador que por el desenlace de la historia, el administrador hizo mal uso de ellos. Es en este momento que el administrador hace conciencia de su situación personal y se percata que los bienes que administraba no eran suyos sino que le pertenecían a otro, y es así que busca remediar su situación  mirando a futuro y lo resuelve a su favor haciendo una rebaja en la deuda de los demás y en detrimento de su empleador, el hombre rico.

Al término de la historia el Señor alaba al administrador deshonesto por haber obrado tan hábilmente.

Estuve pensando que visto de una manera general todos somos administradores de la gracia de Dios, que Él nos confía para hacer el bien a lo largo de nuestra vida y que al final de la misma tendremos que dar cuenta de ello al dueño de todo, que es Dios mismo y digo esto ya que el Señor Jesús está hablando a sus discípulos de aquel entonces y también a los de ahora a quienes aconseja “gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas”, asumiendo que el dinero de la injusticia es aquello que le escamoteamos a Dios al no hacer lo que Él nos pide y terminamos haciendo lo que nos da la gana, nos da siempre una última oportunidad de volver a hacer lo que Él quiere, es decir hacer el bien en favor de los demás, estoy pensando en aquel paso de la buena confesión que enseña “la satisfacción de obra” y entonces como señal de que estamos arrepentidos usamos todo nuestro tiempo en hacer el bien a los demás devolviendo aquello que les correspondía pero que por ser malos administradores les escamoteamos, es decir recibir el bien que les debíamos hacer.

El consejo no es apropiarse de lo ajeno para que  después se haga el bien con el mismo. El  consejo es, ya que se apropiaron de lo ajeno, “dinero de la injusticia”, como señal de arrepentimiento y prueba de ello y deseo de hacer solo lo que el Señor quiere gánense amigos haciéndoles el bien y así cuando tengas que dar cuenta al dueño de todo ellos hablen a favor del que rinde cuentas haciendo conocer el bien que les hizo, se trata de ir acumulando riquezas en el cielo, y esas riquezas son las buenas obras que vamos haciendo en favor de los demás.

Termina el Señor Jesús su enseñanza haciendo notar la diferencia que hay entre los bienes terrenales y los bienes eternos y como la conducta frente a unos determina también el comportamiento frente a los otros y es por eso que se tiene que tomar una decisión y esta está enmarcada entre servir a Dios, bien eterno, o al dinero, bien terreno, y la decisión se debe tomar porque según el señor Jesús hace notar que no se puede servir a los dos “porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo.”

Y porque si se quiere ser verdaderamente discípulo de Él hay que amarlo sobre todas las cosas.

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