Queridos amigos, reciban mi cordial saludo en este Domingo “Día del Señor”.
Las lecturas de la Palabra de Dios nos presentan un tema central en el seguimiento de Cristo: Así como Él nos perdona los pecados, así también hemos de perdonar a nuestros hermanos. Así como Cristo nos reconcilió, hemos también de reconciliarnos como hermanos que invocamos a Dios como Padre.
El domingo pasado se nos decía que “el que ama a su prójimo no le hace daño” y una muestra de ese amor es buscar el bien del prójimo por la “corrección fraterna”, en este domingo sigue la enseñanza, el amor a Dios pasa por el “perdón” al prójimo. Hay una relación entre el “perdón humano “y el “perdón divino.”
El libro del eclesiástico (27,30-28,7), nos confronta con la pregunta: ¿Cómo puede uno guardar rencor a otro y pedir perdón al Señor? Es necesario ser sabio, recordar las enseñanzas del Señor, hay que valorar la vida y no morir con el rencor y enojo en el corazón, dice el texto: “piensa en tu fin, y cesa en tu enojo”.
El salmo 102, nos ayuda a recordar que “el Señor es compasivo y misericordioso”.
El apóstol San Pablo, nos refiere a que nuestra vida le pertenece a Dios, “somos del Señor”. Es el Señor de la vida y que ilumina nuestra relación fraterna.
El evangelio de Mateo (Mt. 18,21-35), presenta a la comunidad en su parte débil: la capacidad de ofender. Y al mismo tiempo, nos exhorta en la capacidad de perdonar siempre a fin de salvar al prójimo.
Dios se presenta como un Padre que nos ama de un modo ilimitado, y su amor se traduce en paciencia, compasión, misericordia. Y estos sentimientos hemos también de procurar alcanzar para vivir la gracia de la reconciliación en la comunidad. Es lo que rezamos en el Padre Nuestro: “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden (Mt.6,14)
El perdón es un “perdón de corazón”.
Pidamos al Señor la gracia que nos aumente la fe, para saber amar al prójimo y perdonarlo, y así honraremos a Dios que es rico en misericordia.
El perdón nos abre a la libertad y nos otorga la oportunidad de un alcanzar los sentimientos de la misericordia de Dios para llevar la vida fraterna como un signo de una comunidad perdonada y una comunidad que sabe también perdonar y abrir un camino de conversión permanente, una relación de amor y perdón.
Los tengo presente en mi oración y cariño y los tendré presente en la misa que celebraré hoy domingo.
Oh María son pecado concebida. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.
Sigamos orando unos por otros, a fin de ganar el amor misericordioso de Dios.
Reciban mi fraterno saludo.

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