El evangelio según San Juan que se empezó a leer desde el domingo XVII culmina hoy en el domingo XXI del tiempo ordinario donde el Señor Jesús ha insistido por activa y pasiva que se ha de comer su carne y beber su sangre si es que quieren tener vida eterna, pues su carne y sangre son verdadero alimento y bebida.  

En este domingo el evangelio que se nos hace saber que muchos de los DISCÍPULOS del Señor Jesús, después de escucharlo hablar, terminan diciendo que esa manera de hablar es muy dura, e incluso dudan que haya alguien que le haga caso y todo porque Él Señor ha insistido en todo momento que Él es el pan bajado del cielo, alimento que permanece para la vida eterna y que sí desean tener vida en ellos deben comer su carne y beber su sangre ya que quienes no coman su carne y no beban su sangre no tienen vida en ellos. 

Para comprender la resistencia de muchos de sus oyentes y en especial este grupo de discípulos a aceptar la enseñanza del Señor Jesús es bueno recordar que para el judío la vida estaba en la sangre y la vida le pertenece a Dios, por lo que ellos tenían prohibido tomar o comer la sangre de tal manera que si algún animal moría sin ser desangrado ellos no comían ese animal por no comer o tomar la sangre es decir no tomar lo que le pertenece a Dios: la vida. Igualmente tenían prohibido hacer sacrificios humanos.  

Ahora bien, habiendo hecho esta memoria, imaginemos como sonaba en los oídos de aquellos discípulos la enseñanza del señor que habla sobre la necesidad de tomar su sangre y comer su carne si es que querían tener vida en ellos. Les pasaba a ellos lo mismo que les pasa a muchos hermanos y hermanas que, aunque asisten a misa regularmente no aceptan comer la carne ni beber la sangra de Cristo que se nos invita a comer y beber. Por eso seguiré insistiendo que los adoradores tienen que convertirse primero en comensales, puesto que queda claro que primero es el banquete, el comer y beber para luego pasar a la Adoración. 

Se puede entender entonces que la decisión que tomaron muchos de los discípulos de ya no querer seguirlo era porque su enseñanza chocaba con algo que ellos habían aprendido desde niños que la vida le pertenece a Dios y nadie tiene derecho a tomarla y también se entiende el que se escandalicen por la insistencia en la enseñanza del Señor Jesús. 

El Señor Jesús viendo el efecto que está teniendo su enseñanza en los que le siguen es que les pregunta a los DOCE “¿También ustedes quieren irse?” A lo que Simón Pedro responde “Señor ¿A dónde iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” que viene a ser lo mismo que decir Señor debemos hacer todo lo que Tú nos digas y si nos dices que debemos comer tu carne y beber tu sangre lo debemos hacer. Pero Simón Pedro no se queda ahí, sino que va más allá y hace una doble afirmación “nosotros CREEMOS y SABEMOS que Tú eres el SANTO DE DIOS”.  

Al hacer esta doble afirmación termina aclarando aquella interrogante que le habían hecho al señor “¿Cuál es la obra de Dios en la que debemos trabajar?” a lo que el Señor Jesús les había respondido diciendo “la obra de Dios es que crean en su enviado”. 

Se entiende entonces lo que dice el Señor a los discípulos que criticaban su enseñanza, que “las palabras que les he dicho son espíritu y vida. 

Queda en claro a lo largo del capítulo 6 del evangelio según san Juan que no fue fácil para los seguidores del Señor Jesús aceptar que en la comunión se comía el cuerpo y se bebía la sangre del Señor Jesús y que lo que les impide hacerlo es lo aprendido antes, como ahora nos sucede a nosotros en cosas más sencillas pero que reflejan nuestra dificultad de aceptar las nuevas enseñanzas sobre el mismo misterio que celebramos. Ejemplo: el canto del Gloria en la misa, aunque desde el principio se nos pidió que no se cambiara la letra de este antiquísimo himno que aparece en el misal, sino que se le musicalizara, nosotros aún ahora seguimos cambiando la letra del mismo porque no terminamos de comprender lo que celebramos, y cuando se nos dice algo al respecto no hacemos caso o desdeñamos la corrección. 

que el Señor nos ayude a comprender el misterio que celebramos y que nos ayude a valorar el alimento y bebida que nos da cada vez que comulgamos su cuerpo y sangre que es alimento que nos da vida eterna.  

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