El evangelio de hoy nos presenta a Jesús, María, su Madre, y los discípulos elegidos por Él, en la celebración de una fiesta de matrimonio. Con esta experiencia el Señor nos demuestra que el compartir la alegría con los demás, y no cabe duda que acompañar en un matrimonio es muy demostrativo de ello, es un signo de riqueza espiritual y de buena sintonía con Dios y con las personas a quienes queremos. Jesús inicia la misión de la instauración del Reino de Dios en un ambiente normal, encarnado en las realidades habituales de su pueblo, y de esas oportunidades se deducen algunas conclusiones prácticas para nuestra vida cristiana.

En primer lugar fortalece la fe de sus discípulos; les va demostrando que el anuncio de Juan Bautista y los profetas anteriores se va haciendo presente con los signos que realiza y que deben confiar en sus palabras y en sus hechos. En segundo lugar descubrimos el milagro de la conversión que se manifiesta no solamente en el agua traducida en vino sino en el paso de la admiración a la fe, al entusiasmo y testimonio gozoso y a la esperanza firme en la Palabra del Señor.

A destacar también en este pasaje la presencia de María en actitud de ternura y atención disponible a todas las necesidades de la boda. “Hagan lo que Él les diga” ( Jn. 2, 5) con estas palabras María nos exhorta a confiar plenamente en el Señor; a descubrir la mediación que nos brinda para apoyarnos en todos los momentos que sintamos necesidad de la presencia de su Hijo; a valorar la presencia de María en todo el proyecto del Señor en la instauración del Reino destacando dos momentos significativos y solemnes: al empezar la misión en Caná de Galilea, descripción que nos relata el evangelio de este domingo, y al concluirla en la Cruz como prueba suprema del amor que nos tiene y causa de nuestra redención y salvación que se consuma con su propia resurrección.

María presenta a Jesús y a los invitados con la confianza y la ternura de una Madre que va comprendiendo el compromiso del Señor y desea que todos se adhieran a él. Conocer más y mejor al Señor, acompañarlo en su proyecto y difundir sus palabras, al estilo de los discípulos, serán pasos elementales en el proceso dinámico de nuestra vida a partir de la fe en el Señor.

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