Con la celebración de este domingo damos inicio a un NUEVO AÑO LITÚRGICO y lo hacemos junto con toda la iglesia. 

En estas primeras semanas del año litúrgico, hasta el día 16 de diciembre la Iglesia pide a su Señor al que ha reconocido como CRISTO REY DEL UNIVERSO para que apure su segunda venida en gloria y majestad sobre la nube para establecer su reinado y juzgue a todas las naciones y haga participar a los suyos de la gloria del cielo.  

En este tiempo de ADVIENTO pedimos “VEN SEÑOR JESÚS, que venga en su SEGUNDA VENIDA aquella que es anunciada que será en GLORIA Y MAJESTAD y que vendrá el Señor para llevarnos a gozar del reino que el Padre que les tiene destinado como herencia desde la creación del mundo. 

En el adviento la Iglesia ruega a su señor que se apure en VENIR, pero, aunque hemos acostumbrado a vivir este pedido como esperando que venga en su PRIMERA VENIDA que todos celebramos como la Navidad del Señor. No olvidemos que la primera parte de este TIEMPO DE ADVIENTO está dirigido para pedir al señor que venga en su SEGUNDA VENIDA, que según lo revelado será en GLORIA Y MAJESTAD para establecer los cielos nuevos y la tierra nueva. 

Teniendo a la vista este doble acontecimiento, reconocer al Señor Jesús como REY DEL UNIVERSO y su SEGUNDA VENIDA, meditamos las palabras del evangelio que están en línea a lo que ya hemos venido meditando los tres últimos domingos sobre la necesidad de no descuidarnos como las jóvenes necias, la conveniencia de hacer producir los dones que de Dios recibimos o hacer el bien a los hermanos más necesitados como una manera de hacer visible nuestro servicio al Señor. 

En el evangelio de este PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO, el Señor Jesús aparece pidiendo a sus discípulos que “miren, vigilen: pues no saben cuándo es el momento” en que vendrá el Hijo del Hombre para establecer los cielos nuevos y la tierra nueva.  

Para asegurarse que los discípulos capten su mensaje les habla de un hombre que se va de viaje y encarga a sus criados la tarea que cada uno debe realizar. Tarea que cada uno debe cumplir no porque lo estén vigilando, sino porque cada uno sabe lo que debe hacer. Velen o vigilen “pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa”.  

Esta enseñanza nos viene bien también a nosotros que a veces compartimos aquella idea que va circulando por ahí “Hay que gozar la vida y hacer lo que uno quiera total al final me arrepiento y le pido perdón a Dios y me salvo” o la otra “a gozar, a gozar que la vida se va a acabar” entendidas las dos como que debemos hacer lo que nos da la gana y al final bastará con arrepentirnos y pedirle perdón a Dios y Él nos perdonará. La idea es cierta pero la interrogante es cuando lo haremos si no conocemos ni el día ni la hora en que va a venir el Señor. ¿tendremos tiempo para hacerlo? ¿si cuando pensamos que todavía tardará llega en un de repente y ya no nos dé tiempo para arrepentirnos y pedir perdón? Nos arriesgaremos a perder nuestra salvación solamente porque nos dejamos llevar por nuestro deseo de hacer lo que nos da la gana y no la voluntad de Dios nuestro Señor. 

Mejor escuchemos al Señor que al igual que a sus discípulos en aquel entonces nos advierte “no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes lo digo a todos: velen”. 

Que un descuido de ustedes no los haga perder la participación del gozo del reino eterno prometido por nuestro buen padre Dios.    

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