El tiempo avanza y llegamos al IV domingo del tiempo ordinario, ya el Papa Francisco regresó a su sede, nosotros dimos un espectáculo triste al final de la celebración de la misa en las Palmas, casi un escándalo toda aquella basura dispersa por gran parte del campo que nos recibió para el encuentro con el Vicario de Cristo, que entre otras cosas nos pidió que cuidáramos el medio ambiente, y de lo cual todos estábamos de acuerdo hasta que nos tocó pasar el examen, con pena debo decir que lo desaprobamos.

Aquella realidad me hizo pensar en que como creyentes hemos desarrollado un cristianismo de DEVOCIÓN pero nos olvidamos que el cristianismo también es ACCIÓN, y en eso no hemos crecido casi nada, prueba de ello es la basura que generamos y que dejamos dispersa por todo el campo, nos olvidamos aquello de “tu basura llévala en tu bolsillo y déjala en el basurero”.

Discúlpenme pero tenía que decirlo, ya que solo cuando reconocemos nuestra falta podemos hacer el esfuerzo para cambiar.

Este domingo el evangelio nos presenta al Señor Jesús, acompañado de aquellos a los que va llamando, caminando y visitando las ciudades, en este caso visita Cafarnaum, donde participa con la comunidad del culto que celebra cada sábado.

Su presencia en medio de la comunidad es para realizar una tarea que tiene muy clara y que sabe que debe realizar, “he sido enviado para anunciar a todos los pueblos la “BUENA NOTICIA”.

La enseñanza que realiza el Señor Jesús es reconocida por los presentes como una enseñanza hecha con autoridad. Casi como decir qué bonito lo que enseña, que buen mensaje que nos da, pero que no estámos dispuestos a seguir, como eso de hay que cuidar la casa común, pero cada quien dejamos nuestra basura para contaminar…

En un segundo momento se nos hace saber que en medio de la asamblea hay un hombre con un espíritu inmundo, que reconoce quien es Jesús y lo experimenta como una amenaza contra él pero que a pesar de todo es capaz de obedecer cuando le manda que salga del hombre poseído.

Nuevamente la comunidad que se ha reunido en la sinagoga para el CULTO reconoce que el actuar del Señor es con autoridad sobre todos.

Por nuestra manera de haber aprendido a vivir nuestra fe, muy devocional, pero poco comprometida, nos pone más atrás de los espíritus inmundos, ya que estos reconocen, escuchan y obedecen al Señor Jesús, y en todo caso nosotros reconocemos, escuchamos, comprendemos pero no hacemos lo que aquel enseña con autoridad.

Ya que la fe como regalo de Dios a nosotros nos lleva a creer en Él, que la fe como un acto nuestro donde reconocemos a Jesús como nuestro Señor y nuestro Salvador nos vaya haciendo comprender que así como lo reconocemos y escuchamos también debemos poner en práctica sus enseñanzas. Tenemos que llegar a unir en nuestra vivencia de nuestra fe DEVOCIÓN Y ACCIÓN sin olvidarnos que siempre deben ir juntas.

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