El evangelio de este domingo nos presenta al señor Jesús hablándoles al grupo de los 12 discípulos a quienes luego de recordarles que la cosecha es abundante pero los obreros pocos, luego les da poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y también poder para sanar toda clase de enfermedades; a estos les dio instrucciones de proclamar la cercanía del reino de los cielos, que no vayan a tierras paganas ni samaritanas sino a las ovejas descarriadas de la Casa de Israel, que no lleven provisiones y si en alguna casa o ciudad no los reciben sacudan el polvo de los pies para que les sirva de advertencia.
Pero no solamente les da instrucciones sobre su comportamiento para el camino y en la presencia de aquellos a quienes llevan el anuncio de la cercanía del reino de los cielos, sino que también les advierte sobre el hecho de que serán perseguidos por hacer eso.
Es así que este evangelio inicia hablando el Señor Jesús a sus discípulos diciéndoles que no les tengan miedo, se refiere a aquellos que los van a perseguir, los van a tomar presos y los van a azotar y entregar a las autoridades ya que todo eso servirá para que ustedes den testimonio.
Por eso “lo que les digo en la oscuridad díganlo a la luz, y lo que les digo al oído pregónenlo desde la azotea” porque al final de cuentas ustedes son enviados para realizar la misión que les estoy dando y esa misión es anunciarles a todos los hijos descarriados de la Casa de Israel que “el reino de los cielos está cerca”.
Y para darles mayor ánimo al realizar la tarea o misión encomendada le hace notar que si hay que temer a alguien, ese alguien, es aquel que puede arrojar en el infierno el cuerpo y el alma, por eso no teman a aquellos que pueden matar el cuerpo solamente. Recuerden que hay uno que cuida de ustedes y ese es su Padre del cielo. Por eso ustedes lleven a buen término la misión encomendada y no me nieguen por temor delante de los hombres para que yo también los reconozca delante de mi Padre.
Si bien queda claro que la urgencia de llevar a cabo la misión es lo que debe mover a los doce discípulos queda un punto por aclarar y este es ¿Quién es aquel que puede arrojar al infierno cuerpo y alma?
Siendo que el diablo solamente puede tentar, sugerir más no obligar al creyente a realizar acciones en contra de Dios, se deja ver que no es el diablo aquel que tiene poder de echar al infierno cuerpo y alma.
Y si el diablo no es quien puede realizar esto ¿entonces quién es el que puede? La respuesta sería que quien tiene ese poder es el hombre mismo que lo procura cuando de manera consciente y libre actúa en contra de la voluntad de Dios.
Y es bueno aquí recordar que LA VOLUNTAD DE DIOS ES SALVARNOS A TODOS y que para realizar su obra salvadora envió a su Único Hijo, nuestro señor Jesucristo.
Se entiende entonces ahora mucho más clara la advertencia que les hacía el Señor de no temer a los otros, pues a quien debemos temer es a nosotros mismos ya que con nuestro comportamiento, lo que hagamos a escondidas o a oscuras se tomará en cuenta para determinar si nos declaramos no solo de palabra, sino que también de obra a favor del Señor Jesús o si es que lo negamos con nuestro comportamiento delante de los hombres.
Pidamos hermanos y hermanas al Señor que también nosotros que nos declaramos sus “discípulos y misioneros” para realizar la misión en nombre del Señor y con urgencia ya que de ello depende el declararnos a favor suyo o negarlo y para esto es bueno recordar la suerte de los que lo niegan.