50 AÑOS DE VIDA SACERDOTAL Y MISIONERA – V

V

LA ESPINA DE MI DISLEXIA

“En el peligro invoqué al Señor

Y grité a mi Dios:

Desde su templo él escuchó mi voz,

Y mi grito llegó a sus oídos” (Salmo 17)

Selecciones reader s digest 【 ANUNCIOS Agosto 】 | Clasf

Una de mis aficiones en los primeros años de mi sacerdocio, fue la lectura de la revista “Selecciones del Reader’s  Digest”. No la dejé en veinte años, me culturizó mucho. Entre los primeros números me llamó sumamente la atención este artículo: “El misterio de la dislexia.” Resumo:

          “Una extraña anomalía de la mente impide a millones de niños de inteligencia brillante, aprender a leer y a escribir correctamente. Esta anormalidad se denomina dislexia (del compuesto griego “dis, mal y lexia, lenguaje”). No tiene relación con la capacidad intelectual de quienes la padecen. El sabio Albert Einstein fue un famoso disléxico, es muy probable que siendo niño sus compañeros le llamaran el  “Sr. Estúpido”. En la mente del niño disléxico, las palabras y los números se invierten, de modo que una cosa es lo que hay en la mente y otra en sus palabras, además de otras muchas anormalidades, que han causado frustraciones a los maestros, congojas a los padres, y sobre todo, humillaciones a sus víctimas.”

             La lectura de este artículo fue para mí una verdadera revelación, era mi verdadero retrato, se me podía aplicar todo lo que afirmaba. Por fin descubría la naturaleza de la espina que llevaba clavada desde mi infancia. Tengo que agradecer a Dios que nunca me acomplejé demasiado, y me sentí siempre lleno de bastante confianza, para seguir adelante contra mar y marea. Ahora sí les puedo hablar de Manolito. El niño que tardó más de lo normal para hablar y cuando lo hizo, era un trabalenguas, pronunciaba mal, le salían vocablos sin sentido y para colmo gagueaba (tartamudeada). Sus hermanas le decían un día y otro día: “¡habla despacio, pronuncia bien, no grites!” La madre se lamentaba: “¡qué niño más estrambótico (torpe) me ha dado Dios!”

          Aquella madre como si presintiera que el niño necesitaba hablar bien, porque Dios había puesto en él su mirada, lo encomendó a san Blas Bendito, patrono de los males de garganta y de los trabalenguas. Le prometió llevarlo todos los años a Las Palmas a su fiesta. Qué bonito era para Manolito viajar con su madre en guagua a la ciudad en el mes de febrero, para asistir a la fiesta de San Blas. Y después de la función, a la mejor dulcería para almorzar rico: dulces y agua agria, (con gas natural proveniente de tres fuentes del interior de la isla) más rica que el champán. El chiquillo quería comerse toda la pastelería: ¡Basta hijo, comes más con los ojos que con la boca, luego te vas a quejar de la barriga!

 

Celebración de San Blas en la iglesia de Santo Domingo - La Provincia

         Tres años seguidos fue Doña Francisca con su hijo a la fiesta de S. Blas. A los diez años el niño ya no gagueaba, aunque no le iba bien en la escritura y lectura, avanzaba poco a poco. Pero la madre no estaba  del todo contenta con aquellos adelantos. ¡Cómo se iba ella a oponer a los designios amorosos de Dios! Lo sacó del colegio del Cardón y lo puso en un colegio de paga, en el colegio Sarmiento del Puerto de La Luz. Manolito bajaba y subía todos los días en guagua. Aquello era muy  cómodo y divertido. Su hermana María Antonia, que vivía en Las Perreras a orillas de la carretera, cariñosa como era, le tenía preparado el almuerzo, para volver a tomar la guagua al volver de Tamaraceite. Dn. Francisco, que así se llamaba el profesor, le hacía leer todos los días una hora en voz alta. Avanzó una barbaridad en matemática y otras asignaturas, pero la torpeza seguía en la lectura, tendría que pasar varios años para leer perfectamente y con sentido. Al terminar los años de filosofía, se daba el lujo de leer, recitar y declamar poesías perfectamente.

          ¿Qué santo le hizo este milagro? Tengan paciencia, se lo contaré más adelante. Ahora quiero referirme, antes de dejar en paz los años infantiles de Manolito, a otro raro mal, que sufrió el chiquillo de los nueve a los once años y que fue otro quebradero de cabeza para su madre. El cuerpo del afortunado muchacho se empezó a llenar de tumores. En los ojos siempre había prendido un orzuelo. La enfermera, que era su propia madre, en algunas ocasiones no se atrevía tocar sus ojos, por lo que  había que acudir a un especialista.

          ¿Qué decían los doctores de la salud? El niño tiene anemia, denle una cucharada de aceite de bacalao en las comidas, en la merienda un vaso grande de leche de vaca con gofio. ¡Quién lo creyera, Manolito anémico! ; Manolito, el que se sentaba a la mesa y comía como los mayores; el pájaro frutero, que se pasó toda la infancia encaramado a las higueras, nísperos, durazneros y no dejaba un plátano que empezara amarillear. Mi padre dejaba pasar por alto estas travesuras, porque los plátanos que maduraban en la planta  no valían para exportar. ¿Y quién se atrevía discutir a los pájaros el derecho de comerse las mejores brevas?

          El chiquillo no tenía anemia, era alérgico. ¿A qué?, probablemente al pescado, que no dejó nunca de comerlo. Los chequeos médicos cuando ya era mayor eso indicaba. Lo que más sentía Frasquita era que el  niño perdiera la vista. Sin pérdida de tiempo prometió a santa Lucía, patrona de la buena vista, ir dos años seguidos a Arucas, a su fiesta. Llegó el trece de diciembre y se fue con su hijo a la Paterna, para tomar el coche de hora. Así se llamaba a las guaguas, que se dirigían a todos los rincones de la Isla.

          Viajar en guagua era muy divertido para Manolito, sobre todo, ahora que va a conocer una nueva ciudad y una nueva iglesia. Llegó a Arucas, pasó por delante de la iglesia. Su madre entró para saludar al Santísimo y exponer sus problemas a la santa, virgen y mártir, santa Lucía, que con fortaleza divina ofreció sus ojos en una bandeja a sus verdugos. El chiquillo que no era bobo, se quedó ¡embobado!, en la plazuela, frente a la puerta de la parte derecha del templo. ¡Madre mía, qué linda iglesia, hecha de puro piedras, con torres como agujas, que llegan al cielo, donde van los niños buenos y los niños grandes, que aman a Dios y a su prójimo! La madre volvió a la puerta del templo y llamó  al chiquillo: ¡vamos  hijo!, que la iglesia es también bonita por dentro, que ya va a empezar la función.

          Por unos momentos nos vamos a separar de la madre y de su hijo. Dejamos pasar por nuestra mente, a la velocidad de la luz 35 años. Manolo misionero está de vacaciones. Antes de volver a su trinchera peruana, se trasladó a Barcelona, para hacer un poco de turismo, y sobre todo, para saludar a Juan Sergio y a Pepito, sus sobrinos, que estudian por aquellos lares. Mi primera visita fue para saludar a mis hermanos sacerdotes de la casa central de Barcelona. Me recibieron fraternalmente, alegrándose mucho que un peruano, que trabaja en los lugares que ellos evangelizaron bastantes años, viniese a saludarles. Me ofrecieron una celda y dos llaves para volver a casa los días que iba a estar con mis sobrinos. Y con mis sobrinos visité todos los monumentos y rincones de aquella hermosa ciudad que, en algunos aspectos, me pareció más interesante que Madrid. El primer monumento que visitamos fue La Sagrada Familia, la iglesia madre, la hija, la dejamos en Arucas. Las dos tienen un mismo padre, el gran arquitecto y mejor cristiano Antonio Gaudí. Fue una hora de oración y de diálogo, mientras contemplábamos tantas bellezas, agradeciendo al Creador del universo que le dio tanto talento al hombre, para continuar sus obras de amor en la tierra. ¡Fueron cinco días maravillosos! 

Les invito de nuevo para acompañar a Manuelito en sus años juveniles. Su Madre cumplidora siempre de sus promesas, vuelve al año siguiente a la ciudad de Arucas, ahora no para pedirle a santa Lucía que cure a su hijo de los males de sus ojos, sino para agradecerle que su hijo ya esté completamente bien de sus males. De nuevo madre e hijo quedan maravillados de aquel templo, cuyas torres apuntaban al cielo, donde estamos llamados para cantar con los ángeles por toda la eternidad, su infinito Amor y Misericordia. Aclaremos que propiamente no fue obra del arquitecto Gaudí, que ya había fallecido santamente, fue obra de uno de sus destacados discípulos. La Iglesia de la ciudad de Arucas es una extraordinaria réplica de la belleza de la Sagrada Familia de Barcelona. Les invito ahora a unirnos a los ángeles del cielo, para entonar juntos un himno de acción de gracias y de alabanzas al autor de todas las bellezas del universo:

“Gloria a Dios. Aleluya, Aleluya”

“Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

Ángeles y sacerdotes del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,

Astros del cielo, bendecid al Señor.

Bellezas todas del universo, bendecid al Señor,

Catedrales e iglesias del Señor, bendecid al Señor”.

Catalanes y Canarios, bendecid al Señor,

Que sus celestiales iglesias, bendigan al Señor.

(Cántico, Dn. 3)

          José Manuel Socorro C.M.

          27 – Septiembre – 1947

    Fecha de mi profesión religiosa.

 Me consagré al Señor y a la  Iglesia           

 Con los votos de pobreza, castidad,

Obediencia y perseverancia

“Lo que uno siembre, eso cosechará.

 El  que siembra para la carne, de ella

Cosechará corrupción; el que siembra   

Para el espíritu, del Espíritu cosechará

          Vida eterna”. (Ga. 6, 7b – 8)

                                SAGRADA FAMILIA – BARCELONA

                           MONUMENTO A LA IGLESIA Y A LA ORACION

SANTA LUCIA PATRONA DE LOS CIEGOS

PEQUEÑA RÉPLICA DE LA SAGRADA FAMILIA ISLA DE GRAN CANARIA

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