Sí se puede ser santo, ¿tú que dices?

Sabes hermano-a que Dios es bueno, y quiere que tú, yo y todos seamos buenos cada día. Algo de esto expresó San Felipe Nery (el santo de los niños) cuando decía: “sean buenos mientras puedan”.

Santo, para el libro del Apocalipsis (7,2-4.9-14), es: quien grita que no hay que dañar la tierra y el mar, en medio de tanta gente que no quiere considerar la tierra como su propia casa. Cuánta gente hay que daña el medio ambiente, la misma naturaleza, cuánta gente produce en masa alimentos que dañan la vida de la persona, etc. Santo es el que reconoce al Cordero (a Jesús) como único Salvador, el que “grita” que la Salvación viene de Dios y no del otro (del diablo). Santo es él se viste de Dios (“túnicas blancas”), y le adora y le alaba de verdad.

Según Juan, en su primera carta (3,1-3), santo es el que es amado por el Padre, y el que nos llama Hijos de Dios (por el Bautismo). Es cierto que en el “mundo” en el que vivimos, no quiere reconocer a Dios y mucho menos a los que somos sus hijos, por eso vive de espaldas a Él, ya nada que sea de Dios y lo que Él haya dejado le llama la atención (relativismo religioso) y por eso cuestiona, duda (agnosticismo, ateísmo, indiferencia religiosa). Es todo un reto vivir siempre como Hijos de Dios, porque le pertenecemos sólo a Él, ya que nuestra vida está cimentada en Dios mismo (cf.Filp.1,21; Jn.15,5). Él nuestro Padre, y nosotros hijos en Él, pero hermanos entre todos. Nuestra única esperanza siempre está en Él.

Cuánta necesidad tiene Jesús de que seamos de verdad santos, es su deseo (Mt.5,48). Luego de ir a hablar con su Padre, en un monte, toma la decisión de presentar al mundo el programa de cómo ser santos, y enseña que hay que vivir las bienaventuranzas (Mt.5,1-12ª). Ser pobres de espíritu, sufrir por el Reino de Dios, llorar o clamar un mundo más justo, tener hambre y sed por la justicia, no olvidar de tener un corazón de misericordia, tener un corazón limpio (el único requisito para “ver a Dios”), trabajar por la Paz (hoy que tanto lo necesitamos en todo el mundo), y aunque nos persigan por obrar como Dios quiere, sentirnos dichosos también por eso. Sí, sólo son 8 los requisitos que pone Jesús. La recompensa será siempre grande: el cielo.

No pensemos que este llamado universal que hace Jesús a la santidad (así lo dice el Vaticano II), es algo que no se puede alcanzar, al contrario, está según el Papa Francisco, a nuestro alcance: “Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra” (Gaudate et Exsultate, nº 14).

Sí se puede ser santo, ¿tú que dices?

Termino con esta oración:

¿Qué sería este mundo sin Ti?, nada;

¿qué sería la Iglesia sin Ti?, nada;

¿qué sería una parroquia sin Ti?, nada;

¿qué sería un sacerdote sin Ti?, nada;

¿qué sería un político sin Ti?, nada;

¿qué sería una religiosa sin Ti?, nada;

¿qué sería una comunidad o grupo parroquial sin Ti?, nada;

¿qué sería una familia sin Ti?, nada;

¿qué sería un seminarista sin Ti?, nada;

¿qué sería un niño sin Ti?, nada;

¿qué sería un joven sin Ti?, nada;

¿qué sería un anciano sin Ti?, nada;

¿qué sería una mamá sin Ti?, nada;

¿qué sería un papá sin Ti?, nada;

¿qué sería un abuelo-a sin Ti?, nada;

¿qué sería una Diócesis sin Ti?, nada;

¿qué sería un hijo tuyo sin Ti?, nada;

¿qué sería un consagrado-a sin Ti?, nada;

¿qué sería un enfermo del alma y del cuerpo sin Ti?, nada;

¿qué sería un matrimonio sin Ti?, nada;

¿qué sería un misionero sin Ti?, nada.

Lo triste, Jesús, es: estar sin Ti, caminar sin Ti, vivir sin Ti y morir sin Ti.

Tienes razón Jesús, cuando dices: “sin mí no pueden hacer nada” (Juan 15,5).

Amén!!!

(Del libro: “Cantares de un Misionero”, P. Julio)

Con mi bendición:

Leave Comment