Llamado por Dios desde el vientre de su madre, para hablar de Jesús

¿Sabías que Dios nos llama para ser santos desde antes de la creación del mundo pasando por el vientre de nuestra madre? San Pablo, lo tiene claro: “Dios nos eligió desde antes de la creación del mundo, para ser santos, e irreprochables ante Él, por el amor” (Ef.1, 4).

Qué gran privilegio que tenemos todos, ¿verdad? Usó el vientre de nuestras madres, como pasó con San Juan Bautista para confirmar ese llamado. En un discurso mesiánico lo habla Isaías así: “El Señor me llamó desde el vientre materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre…para que yo sea su servidor” (Is.49,1-6).

Dios ha tenido siempre un plan maravilloso para el Bautista: llamarlo por su nombre, para hacerlo santo, para preparar la venida de Jesús: “Como preparación a su venida, Juan Bautista había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel” (Hch.13,22-26). El llamado va de la mano con una misión. Así es Dios para con todos y cada uno de nosotros.

¿Somos siempre generosos o no al llamado que Dios nos hace constantemente?, ¿qué nos falta para responderle con generosidad y prontitud?

Cuánta humildad tuvo San Juan Bautista, porque no sólo predicaba la llegada del Mesías, sino que reconocía que Jesús es más grande que Él y que no era digno de desatarle ni siquiera la correa de sus sandalias. El que es llamado-a debe reconocer que el centro de su vida es Dios y nadie más.

Isabel y Zacarías fueron los padres de Juan el Bautista. Isabel fue tocada por Dios para pueda concebir en su vientre a Juan Bautista. Esta noticia, según el evangelio de hoy, causó mucha alegría en todos sus “vecinos y parientes” (Lc.1,57-66.80). Quién no se va a alegrar de tanta bondad, de tanta misericordia de Dios. ¿Tú te gozas y le das gracias a Dios por las bondades en tu vida y la de los demás incluyendo a tu familia?

Zacarías también fue tocado por Dios y por eso le alabó: “recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios”. Las cosas de Dios no se pueden callar, y menos ahora que seguimos viviendo en un mundo relativista, donde Dios y todo lo que Él ha dejado ya no cuenta para nada. Alabar y bendecir a Dios en todo momento, incluso en los adversos, es un reto grande y permanente.

“La mano del Señor estaba con Él”. Cuando nos abrimos a Dios, a su gracia que transforma, libera, encamina, etc, Dios puede habitar en cada uno de nosotros. ¿Dejamos que la mano de Dios cambie nuestra vida o nos cerramos?

Zacarías e Isabel, junto con su hijo Juan el Bautista, que hoy celebramos su nacimiento, agradaron a Dios, se abrieron a Él, le alabaron y le bendijeron en medio de las pruebas de cada día. Ellos como familia agradaron a Dios con su vida misma, ¿cuántos somos capaces de adoptar esa actitud?

Juan el Bautista fue llamado por Dios desde el vientre de su madre, para hablar de Jesús.

Con mi bendición.

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