LECTIO DIVINA – III DOMINGO ADVIENTO- “C”

¿QUÉ TENEMOS QUE HACER?

LA PALABRA HOY: Sofonías 3,14-18; Isaías 12,2-6; Filipenses 4,4-7; Lucas 3,10-18.
Ambientación: Pesebre vacío, sobre el que se pone una biblia abierta. 3 cirios con la frase: ¿Qué tenemos que hacer?

Cantos sugeridos: Ven, ven Señor no tardes; Un pueblo camina por el mundo

AMBIENTACIÓN:

 Si las lecturas de los anteriores domingos de Adviento, nos llamaban a la esperanza, este domingo destaca la alegría; la alegría propia de quienes saben que con Jesucristo sus vidas pueden cambiar, y este mundo puede ser distinto. Juan Bautistas se hace portador de esta Buena Noticia y de las exigencias que conllevan acogerla en nuestra propia vida.

Oración inicial
Anhelando tu venida en gloria,
el gozo de tu presencia vive ya en nosotros,
oh Cristo, salvación y alegría de todo hombre.
Esta alegría nos vuelve hacia Ti, Señor,
presente en todo aquel
con quien hemos de compartir el pan,
de repartir los vestidos,
de vivir en verdad, justicia y perdón.
Tú estás siempre viviendo, Señor;
por ello tu gozo no tiene fin,
y por ello nuestro corazón será siempre,
puerta abierta a todos los que te buscan.
Porque Tú eres, Cristo Salvador nuestro,
el regocijo que perdura,
la fiesta única y verdadera,
que nunca nos será quitada. Amén.

LECTIO ¿Qué dice el texto? Lucas   3,10-18.

Motivación: El Evangelio nos sitúa ante la pregunta clave del adviento: ¿Qué tenemos que hacer? Es la pregunta que le hacen a Juan quienes esperaban al Mesías. Juan concreta la respuesta a cada grupo de personas, pero todas tienen una exigencia común: convertirse al amor a Dios y al prójimo. Escuchemos.

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: “¿Entonces qué hacemos?”
Él les contesto: “El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga comida haga lo mismo”.
Vinieron también a bautizarse unos publícanos y le preguntaron: “Maestro, ¿Qué hacemos nosotros?”
Él les respondió: “No exijan más de lo establecido”.
A su vez algunos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?”
Juan les respondió: “A nadie extorsionen ni denuncien falsamente y conténtense con su sueldo”.
Como el pueblo estaba a la expectativa, y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y dijo a todos:
“Yo los bautizo con agua; pero viene uno que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano la horquilla para separar el trigo de la paja y recoger el trigo en su granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.”
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.
Palabra del Señor.

Preguntas para la lectura:

  • ¿Qué tenemos que hacer? ¿Qué grupos se acercan a Juan para hacerle esta pregunta? ¿Cómo responde el Bautista a cada uno?
  • ¿Qué relación ves entre estas respuestas y sus destinatarios?
  • ¿Qué afirmaciones hace Juan sobre el Mesías? ¿Y sobre sí mismo en relación con él?
  • ¿Qué realizará el Mesías al final de los tiempos?

MEDITATIO ¿Qué ME dice el texto?

Motivación: Si de verdad creemos que el Señor viene, no basta alegrarse. Es necesario prepararle el camino. Pero el deseo de conversión no puede quedar en palabras bonitas o sentimientos pasajeros. Tiene que aterrizar en la vida cotidiana. Por eso hoy también nosotros nos hacemos la pregunta concreta: ¿Qué tenemos que hacer?

  • ¿Qué representan en mi vida las dos túnicas, es decir, qué tengo para compartir (talentos, tiempo, alimento, vestido, etc.)?
  • Juan responde a cada uno según la tarea que desempeña. Desde mi lugar o tarea, ¿qué es lo que yo debo hacer? ¿Lo hago viviendo la alegría de la Buena Noticia? ¿En qué debemos mejorar?
  • ¿Anunciamos la Buena Noticia? ¿Nuestro anuncio muestra a un Dios justiciero y vengativo o un Dios de Misericordia que trae Esperanza?

 ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

Motivación: Bautizados con Espíritu Santo, dejemos que sea él quien ore en nosotros y nos ayude a llevar al corazón ya la vida lo que hemos leído y meditado en el evangelio.

  • Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
  • Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (Isaías 12,2-6).

CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?

Motivación: ¿Qué tenemos que hacer? Nuestro Superior General, P. Tomaž Mavrič, CM, en la carta de Adviento de este año nos recuerda que en la oración diaria podemos hallar la respuesta más contundente a esta pregunta.

Meditar, es situarse ante Dios, ante Jesús, gracias a su Palabra. Es poner nuestro corazón a la disposición total de Jesús, permitiéndole que nos hable mientras que nosotros escuchamos. Es ponernos a la escucha de lo que Jesús quisiera decirnos cada día. Es confiar en la Providencia para luchar contra las tentaciones de evitar o de omitir la oración cotidiana. Es simplemente estar con Jesús todos los días en el silencio de nuestra mente y de nuestro corazón, aunque nuestra mente esté vacía y tengamos la impresión de que no se ha realizado nada, de que hemos perdido media hora no haciendo nada, porque Jesús no nos ha comunicado ninguna idea, ningún sentimiento o mensaje. Es simplemente creer en la manera en la que Jesús se comunica con Dios, su Padre. A menudo, Él pasó toda la noche en oración. Es simplemente manifestarle a Jesús nuestro amor total por Él, manifestárselo simplemente estando con Él, dispuestos, en todo momento y de la manera que la Providencia juzgue justa, a que Jesús nos comunique su mensaje. Es simplemente estar ahí todos los días, preparados para el momento que Jesús juzgue bueno, para no dejar pasar el momento de gracia, no faltar a la visita de Jesús.

Compromiso:

  • Durante la semana, poner en práctica cualquiera de las tres actitudes expresadas por Juan: solidaridad con el necesitado, práctica de la justicia y honestidad en el trabajo o estado de vida.

 Oración final
Niño Dios te estamos esperando,
estamos queriendo que Tú nazcas en nuestra vida,
que Tú vengas y nos llenes de ti,
por eso, es que te pedimos
que dispongas nuestro corazón,
que abras nuestro entendimiento,
que actúes en nosotros, que nos llenes de ti,
que nos colmes de tu amor,
para que te busquemos de todo corazón,
porque solo en ti encontramos
la plenitud de la vida,
la vida verdadera, la vida en abundancia
que Tú das cuando vienes a nosotros. Amén.

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En Power Point (Sor Pilar Caycho, HC)

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