Este domingo Tercero de Adviento la Palabra del Señor en la primera lectura, por medio del profeta Isaías, se nos invita a nosotros, al igual que a su auditórium en aquel entonces a participar de la alegría que provoca al ver actuar al Señor en favor de los desvalidos. No solo eso, sino que como antiguamente también nosotros somos invitados a participar en este actuar del Señor animando a los débiles, a los vacilantes de tal manera que nadie se acobarde en la vivencia de su fe sino por el contrario que lleguemos a ser fuertes, confiando en la salvación que el Señor trae, el mismo en persona. 

San Vicente de Paúl dirá en un momento “no me basta amar a Dios si mi prójimo no le ama”, y es que la esperanza de saber que el Señor viene para establecer su reino, nos debe mover a todos no solo a esperarlo sino a invitar a todos a esperar al Señor que viene para establecer el juicio a las naciones, para llevarnos a todos los que le estemos esperando a gozar de su reino eterno en el cielo. 

Y como no sabemos ni el día ni la hora en que el Señor volverá, nosotros también al igual que a aquellos a quienes escribía el apóstol Santiago somos animados por este, a mantener la paciencia hasta la venida del Señor. No es una espera abandonada sino activa como el campesino que siembra, cultiva, abona, cura la siembra hasta que esta la siembra alcance el tiempo de cosechar. Hay un consejo que da el apóstol y es no quejarse unos de otros ya que la consecuencia de estas quejas es la condenación, por el contrario, debemos actuar a ejemplo de los profetas que hablaron en nombre del Señor. 

Hoy el evangelio nos vuelve a presentar a Juan, el bautista, pero ya no predicando en el desierto y bautizando en el Jordán como el domingo pasado, sino que esta vez él está encarcelado, pero que sin embargo está pendiente de lo que sucede en su entorno, de tal manera que llega a sus oídos las obras que va realizando el Señor Jesús, que son las obras anunciadas por Dios mediante sus profetas y por las cuales iba a ser reconocido su Mesías, por lo cual envía a dos de los suyos a averiguar si era Él el que ha de venir o es que se tiene que seguir esperando. La respuesta que reciben los enviados es testimonien ustedes lo que hago.  

Al partir los enviados llevando el testimonio de lo que han visto y oído a Juan, el Bautista, el mismo Señor Jesús se puso a hablar a la gente de Juan, el Bautista, de quien asegura que es más que un profeta, es el precursor del Mesías, que va delante preparando el camino al Señor. Pero, aunque es el más grande nacido de mujer, también es cierto que el más pequeño del reino de los cielos es más grande que Juan el Bautista. 

Hermanos y hermanas nos queda todavía hasta el día 16 de diciembre para seguir diciendo “VEN SEÑOR JESÚS, VEN SEÑOR NO TARDES MÁS. VEN SEÑOR Y ESTABLECE TU REINADO DEFINITIVO”. Es decir que todavía hay tiempo para seguir esperando su segunda venida en Gloria y majestad. Que cuando llegue nos encuentre a todos en vela deseosos de su llegada y podamos salir cargados de las buenas obras que hemos realizado a lo largo de nuestras vidas. 

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