El evangelio de este II Domingo de Cuaresma nos presenta al Señor Jesús tomando a tres del grupo de los doce, aquellos doce que eligió después de pasar toda la noche en oración en lo alto de la montaña, “tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña para orar…”. Si bien en la primera subida lo hace solo, en la segunda subida lo hace acompañado por aquellos que Él mismo elige, y las dos veces, la subida a la montaña es con la misma finalidad: PARA ORAR.

Es en esta experiencia de oración que “el aspecto de su rostro cambia y sus vestidos brillaban de blancos” y conversa con dos hombres revestidos de gloria: MOISÉS Y ELÍAS. Se nos deja conocer el tema de la conversación: “hablaban de su MUERTE que iba a consumar en Jerusalén.

Testigos de esto son aquellos que el Señor eligió para que lo acompañaran y aunque “se caían de sueño… permanecieron despiertos y vieron la GLORIA de Jesús y a los dos que estaban con Él.”

En el evangelio este relato que escuchamos hoy, es continuación al relato del envió de los DOCE para que predicasen “la BUENA NUEVA e hicieran CURACIONES por todas partes donde pasaban” y a su regreso “los Apóstoles contaron a Jesús todo lo que habían hecho”; continuación de la multiplicación de los cinco panes y dos pecados que tenían los DOCE; continuación del relato donde el Señor Jesús un día que se había ido a un lugar apartado para ORAR y estaban sus DISCÍPULOS con Él. Les hizo esta pregunta “La gente, ¿quién dice que soy yo?” La pregunta vista desde la experiencia de haber ido a predicar la BUENA NUEVA, no debería hacer caer en cuenta que también es importante saber escuchar a la gente a quienes se anuncia esta buena noticia. Luego de asegurarse que sus enviados no solamente han cumplido con lo mandado de anunciar la BUENA NUEVA y HACER CURACIONES, sino que han sabido prestar atención a la gente sobre lo que piensan. Ahora el Señor cambia de dirección su interés y es saber si los suyos se han cuestionado sobre quién es Él y lo hace preguntado les a sus discípulos ¿Y USTEDES, QUIEN DICEN QUE SOY YO? A lo que Pedro responde  “Que tú eres el  Cristo de Dios”; es continuación del anuncio que hace sobre la experiencia que va a pasar: sufrir mucho, ser rechazado, le quitaran la vida y al tercer día resucitará”; es continuación de la enseñanza a la GENTE sobre la necesidad de negarse a si mismo y seguirlo cargando su cruz cada día.

La experiencia de ser testigos de este hecho prodigioso, el poder contemplar la GLORIA de Jesús, tal parece causa una conmoción en los acompañantes del Señor Jesús y lo digo por lo que continua en el relato: “Mientras se alejaban, dijo Pedro a Jesús: Maestro, ¡qué bien se está aquí! Haremos tres carpas; una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía. Tal vez esta última afirmación se explique por el mismo relato que nos hace saber que los dos hombres revestidos de gloria que acompañaban al Señor ellos mismos habían visto marcharse.

Termina el relato haciéndonos saber que a los tres acompañantes los cubrió una nube, lo que causa que se asusten, pues entrar en la presencia de Dios supone la muerte según la creencia de los creyentes judíos, ya que según relatos bíblicos “Dios se manifiesta desde la Nube” y que efectivamente vuelve a hacerlo cuando se deja escuchar una voz desde la nube que decía “Éste es mi hijo, mi elegido; escúchenlo”.

LA EXPERIENCIA DE ORACIÓN, QUE SUPONE NO SOLAMENTE HABLARLE A DIOS SINO TAMBIÉN, Y MÁS IMPORTANTE, ESCUCHAR AL SEÑOR, NOS HACE EXPERIMENTAR UNA CERCANÍA TAL CON EL SEÑOR, QUE COMO A LOS TRES ELEGIDOS, NOS PUEDE CAUSAR MIEDO PERO NO POR ESO DEBEMOS DEJAR DE PRESTAR ATENCIÓN A LO QUE NOS DIGA EL SEÑOR EN LA ORACIÓN, PUES ASÍ CONOCEREMOS QUE ES LO QUE NOS CORRESPONDE HACER. A ELLOS LES DIJO “ESCÚCHENLO” ¿A NOSOTROS QUÉ NOS DIRÁ?…ESTEMOS ATENTOS EN NUESTRA ORACIÓN.

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