Gracias, Jesús, por darnos una familia como la tuya

Eran días previos o cercanos a la navidad. Dos hermanos de una familia muy católica, y muy comprometida con su parroquia, tuvieron un altercado tan fuerte que se dieron de golpes. Empezaron a encolerizarse. Ya estaban tirados, por los golpes, en el suelo. El papá de ellos había salido, la mamá en ese momento cuando estaban peleándose, llega de hacer compras del mercado. Encuentra ese cuadro. Toda la familia había, en esos días y con mucha ilusión, armado el pesebre. La mamá tira las cosas del mercado al suelo, coge a sus hijos de las orejas y los lleva al lado del pesebre para que se pidan perdón. Y desde aquella vez hasta el día de hoy esos dos hermanos son grandes amigos, y en la misma casa se respira paz.

Quizás te parezca muy común esta historia porque se ve o se da a diario. Pero es claro el mensaje, en este día de la Sagrada Familia, que nos pone el libro del Eclesiástico cuando afirma que: “Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre sus hijos” (Eclo.3,2-6.12-14). Somos testigos de que muchas veces el papá y la mamá como que “ya no tienen autoridad” o “la están perdiendo” en sus propias casas. Si el papá y la mamá son un poco avanzados de edad quizás el respeto que los hijos deberían tener hacia ellos lo pierden. Dios tiene un mensaje para aquellos que no quieren o no respetan a sus padres: “Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque su inteligencia se debilite, sé comprensivo con él, no lo desprecies…”

¿Valoramos siempre a nuestros padres? Habrá perdón de los pecados y muchas riquezas, inclusive nuestra oración será escuchada cuando se viva el perdón y la unidad, frutos del amor de Dios. ¿El valorarlos y respetarlos es cosa del pasado como dicen muchos?, ¿por qué hoy muchos no reconocen en sus padres una autoridad en casa? Si supiéramos lo maravilloso que es obedecer a ellos, muchas cosas cambiarían en este mundo.

¿Saben cuál es el secreto para que una familia viva feliz, en paz y con mucha bendición? La respuesta la tenemos en la segunda lectura de hoy domingo: “…revístanse de sentimientos de misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sopórtense y perdónense…y todo lo que de palabra y obra realicen, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús” (Col.3,12-21). ¿Cuántos problemas se solucionarían en cada hogar o en cada familia si pusiéramos un poco de amor a lo que hagamos o digamos?, esto si va unido a un diálogo sincero, dará buenos frutos, y frutos de santidad, de buen y sano juicio, de buen y de santo obrar.

El amor por el hijo amado, la preocupación de cómo está y dónde está es prueba de que al papá y a la mamá sí le interesa lo que le pasa al hijo de sus entrañas. Habrá que recordar un pasaje del evangelio que dice: “Al verlo, sus padres quedaron asombrados, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados” (Lc.2,41-52). En la calidez del hogar nacen todas las virtudes, una de ellas es la obediencia. El fruto de la obediencia, será: la libertad para hablar y dirigirse a los demás, el respeto por lo que los padres digan, el orden en la misma vida, una fe inquebrantable: “Y Jesús iba creciendo, en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres”.

Hoy, más que ayer, se nos quiere “implantar” directa e indirectamente un modelo de familia que no es el adecuado (por medio de proyectos, discursos, literatura, etc), hay mucha confusión, incluso en los niños-as. El evangelio de hoy nos habla de cómo Jesús vuelve a casa, para estar siempre al servicio de “papá” y “mamá”, de José y María: “bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad”. El amor vivido en obediencia y en servicio siempre fortalece la vida de cada persona.

Que la Sagrada Familia de Jesús, María y José sea siempre un modelo de comunidad de amor, de paz, de libertad, de fe recibida y compartida, de puesta en práctica de los valores. Qué bueno es tener una familia!!!

Hoy es el día de las familias: ¡¡¡Dios bendiga a todas las familias del mundo!!! Gracias, Jesús, por regalarnos una familia como la tuya. Amén.

Con mi bendición.

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