CRISTO HA RESUCITADO, ÉL ES NUESTRA SALVACIÓN
Cómo cambió la vida de los Apóstoles la Resurrección de Jesús, cuánta fuerza, valentía y una fe inquebrantable que dieron testimonio del Resucitado. No les importó las persecuciones, no cuidaron “su imagen” como mucha gente está acostumbrada a hacerlo hoy en día. Y todo esto por amor al Maestro. Pedro siempre tomando la iniciativa para testificar a Jesús y denunciar lo que hicieron con Él, no dudó en afirmar: “Ustedes bien saben lo que sucedió en el país de los judíos…Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo…Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día” (Hch.10,34ª.37-43).
Me preguntaba: En el contexto que vivimos, de tanta desolación, tanta muerte, tanto miedo, confusión, división, escándalo, ¿somos capaces de testificar a Jesús que nos trae salvación? ¿Qué o quién nos impide hacerlo? Hay que estar realmente enamorados de Jesús, llenos de fe y esperanza y también de coraje apostólico para no callar ante tantas maravillas de Dios (cf.Hch.4,20). Pero habrá que saber que: no se puede ser testigo del Resucitado si no he tenido la experiencia de haberme encontrado con Él y haberme dejado encontrar por Él.
Hoy contemplamos al que traspasaron por la lanza del soldado, está vivo, no ha muerto. ¿Qué provoca la Resurrección de Jesús? Pablo tiene una respuesta: “aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra” (Col.3,1-4). Es morir para vivir. Es morir a lo que cuesta morir. Eso es vivir como hijos de la luz y no de las tinieblas. Mucha gente hoy en día parece que ha perdido la fe, o esta se ha debilitado en ella; hermano no pierdas la paz, Dios está contigo y te auxilia oportunamente. Quizás somos testigos de que se quiere callar la voz de Dios en la Iglesia, se nos quiere impedir celebrar los misterios de la fe, nos quieren sembrar miedo en todas partes; como también somos testigos de que hay mucha gente imprudente en el diario vivir. ¿No será que ellos aspiran a los bienes de la tierra y no los del cielo?
El lugar donde sepultaron a Jesús estaba oscuro, pero en medio de esa oscuridad, María Magdalena “vio la piedra quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Pedro” (Jn.20,1-9). Estaba preocupada por dónde le habían puesto a su Señor. ¿Cuántos de nosotros nos preocupamos de Jesús? ¿Quiero su amor y su salvación, o lo rechazo? ¿Me preocupo de crecer en la fe? ¿Hago el esfuerzo por estar cada día más cerca de Dios o lo contrario? Los Apóstoles fueron a verificar ese testimonio, entraron al sepulcro. Pero sólo “el que había llegado primero al sepulcro vio y creyó”. Tiene razón San Pablo cuando dice: “Si Cristo no ha resucitado, tanto mi anuncio como la fe de ustedes no tienen sentido” (1Cor.15,14). ¿De verdad creo en Dios? ¿Le creo a Él? ¿Creo en sus promesas?
Nuestra vida tiene sentido porque Cristo ha resucitado. Tú que estás llorando todo el tiempo, te digo Cristo ha resucitado también para ti. Tú que estás enfermo, incluso de covid19, Cristo ha resucitado. Cree que Él está vivo, él está en medio de nosotros. Cree, no dudes.
Que nada ni nadie te robe o te quite la fe, que nada ni nadie te confunda en la fe, que nada ni nadie te impida testificar que Cristo está vivo. No nos callemos esta verdad de fe. Él vive.
Cristo ha resucitado. Aleluya. Él es nuestra salvación. Aleluya.
Con mi bendición.