En este ambiente de velorio y de recordar lo que Dios hizo en favor de su pueblo de pronto somos invitados a glorificar a Dios y todo el ambiente cambia a un espíritu de fiesta, se encienden los cirios del altar se reviste el mismo, se quitan los velos que cubrían las imágenes, suenan las campanas y terminado de glorificar al Señor se nos proclama la epístola del Apóstol san Pablo a los romanos que nos recuerda que estamos unidos a Cristo por el bautismo por eso morimos con Él para resucitar con Él luego viene el salmo aleluyático para culminar con la proclamación del evangelio según san Lucas y nos enteramos por medio de dos personajes con vestidos refulgentes que no hay que buscar entre los muertos al que vive, se lo dicen a las mujeres que han llevado aromas para embalsamar el cuerpo del Señor, como quién no espera más. Y para dar veracidad a sus palabras ellos les recuerdan a las mujeres las palabras del Señor “El Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de los pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar”…

Por la mañana el evangelista san Juan también nos recordaba lo que sucedió aquel día primero de la semana, como María Magdalena fue muy temprano a visitar el sepulcro y lo encontró con la loza quitada y como se vuelve corriendo para avisar a Pedro y el otro discípulo que “se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto” anuncio que pone en movimiento a los dos que llegan corriendo hasta el sepulcro y efectivamente lo encuentran vacío con las vendas tiradas por el suelo y el sudario enrollado. El evangelista hace notar que el otro discípulo creyó porque “hasta entonces no habían entendido las escrituras: que Él había de resucitar de entre los muertos”.

Nuevamente por la noche el evangelio que se proclama del evangelista san Lucas nos presenta el pasaje de los amigos de Emaús que terminan reconociendo al Señor resucitado después que Él parte el pan, para estos amigos, no fue suficiente que el Señor se les acercará ni escuchar las palabras del Señor que les explicaba lo que habían dicho los profetas desde Moisés en relación a Él “no tenía que padecer eso el Mesías para entrar en su gloria”… Para estos amigos no fue suficiente que les recodarán las palabras del Señor, ni que comprendiesen las escrituras, tanto que sentían arder su corazón, para ellos fue necesario verlo partir el pan y ahí sí que lo reconocieron y se pusieron en movimiento para avisar a todos que efectivamente lo que habían dicho las mujeres era verdad porque también ellos lo habían reconocido al partir el pan.

¿LO RECONOCEMOS NOSOTROS RESUCITADO Y EN MEDIO NUESTRO CADA VEZ QUE PARTE PARA NOSOTROS EL PAN?, ¿CUANDO CANTAMOS EL “CORDERO DE DIOS” Y VEMOS ELEVADO EN MANOS DEL SACERDOTE EL CUERPO DE CRISTO, LO RECONOCEMOS PRESENTE ENTRE NOSOTROS?

SIGAMOS ROGANDO AL SEÑOR QUE NOS RECUERDE SU PALABRA, QUE NOS EXPLIQUE LA PALABRA DE DIOS, QUE PARTA PARA NOSOTROS EL PAN Y ASÍ TAMBIÉN NOSOTROS NOS LLENEMOS DEL GOZO QUE NACE DEL ENCUENTRO CON ÉL YA RESUCITADO…

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