Queridos hermanos, estamos entrando casi ya al final de este tiempo de alegría, y dentro de poco tiempo pasaremos a presenciar acontecimientos fundantes dentro de la vida del Señor. Quizá este tiempo sea el tramo más emocionante, porque el Señor nos manifestara su amor a plenitud y nos enviará la fuerza protectora de lo alto.

Sin duda este domingo la figura del Señor nos permite contemplar cara a cara la ternura y misericordia de su amor. Muy curioso, el Señor hablando de amor, para inundar la tierra de esta preciada virtud. Hay que permanecer en el amor del Señor, ese es el mandado central, permanecer, en él, con él y para él, solo así adquiere sentido todo el misterio y la coherencia de vida del verdadero cristiano, hablar del amor es hablar de la ternura de Dios. La invitación es clara y al mismo tiempo exigente, permaneciendo en este amor, nos olvidamos de los amores que solo engañan el corazón o lo cautivan por un momento, haciendo de nuestra vida un fracaso total. No podemos solo confiar a ciegas en un amor que no es correspondido.

La comunidad en la que nos encontramos, nos proporciona todo lo necesario para comprender a plenitud, que el amor, no se desliga de la norma de vida. Diría un Padre de la Iglesia “ama y haz lo que quieras”. Tiene sentido y mucha cabida esta frase, si tu amor es verdadero, todo lo que hagas fuera del alcance de la vista del amado o la amada, es pura y sencillamente confianza, porque tu amor se centra en una persona y no andas jugando con los sentimientos o con la autenticidad de tu amor. La libertad está dentro de este marco, un marco que nos delimita la verdadera motivación de nuestras intenciones. Haz lo que quieras, respetando todo de ti, y a todos los demás, no tienes que engañarte o hacerte creer que eres superior a tus propios principios, vive siendo libre y amando en la verdad.

Ámense unos a otros como yo los he amado. Este texto bíblico, nos remonta a aquella noche maravillosa, en la que el Señor nos dejó un mandamiento nuevo. Dentro del contexto de la última cena, ese mandamiento se convierte en un auténtico servicio de entrega por amor desde Jesús, y para con el prójimo. El verdadero amor se traduce en buenas obras, no se aleja por ningún motivo de la esencia de cada cristiano, el amor es caridad, y la caridad se fundamenta en el amor. Bien dice un adagio popular, “amor, con amor se paga”. Quieres ser amado, aprende a amar, quieres ser escuchado, aprende a callar, quieres ser verdad, aprende a desterrar la mentira de tu vida, solo cumpliendo con esas pequeñas cositas, podrás vivir en amor y amar con libertad, porque no hay mayor amor, que amar hasta que duela.

Queridos hermanos, que nunca en nuestra vida el odio sea más fuerte que el amor, que nunca la mentira opaque nuestra sinceridad, y que nunca seamos cristianos con un corazón duro. Que cada día nuestro ser se configure en el único amor, Cristo, el amor y amigo que no falla. Llevemos estos días y los demás dándole amor y paz a nuestro mundo que tanta falta lo hacen.

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