Este domingo el relato del evangelio nos hace saber que LOS PUBLICANOS y LOS PECADORES solían acercarse al Señor Jesús para escucharle ya que pensaban que era un hombre de Dios, un profeta, como respondieron los discípulos cuando Él les pregunto sobre lo que pensaba la gente de Él y ellos le respondieron “que era Juan el Bautista o Elías o Jeremías o algunos de los antiguos profetas”.  

Por otro lado, está el grupo de LOS ESCRIBAS y LOS FARISEOS que murmuran entre ellos sobre la conducta que tiene el Señor Jesús, en relación con los del grupo anterior, “Esté acoge a LOS PECADORES y come con ellos”, conducta que no llegan a comprender, pues según su aprendizaje Dios está con LOS BUENOS y desprecia a LOS PECADORES; de allí que les cuestiona su comportamiento, ¿si este es un hombre de Dios como puede juntarse con los pecadores? 

El relato entonces nos presenta un grupo que se acerca al Señor para ESCUCHAR y otro grupo que se acerca al Señor para MURMURAR.  

Frente a esta realidad de dos grupos con interés diferente el Señor Jesús les cuenta una parábola de un padre que tiene dos hijos, dos hijos que representan a cada uno de estos grupos.  

El personaje del HIJO MENOR que representa a los que se acercan al Señor para ESCUCHAR, y que el evangelista reconoce como LOS PUBLICANOS y LOS PECADORES, me atrevería a decir el grupo de los malos; el personaje del HIJO MAYOR que representa al grupo de los que se acercan a MURMURAR y que el evangelista reconoce como LOS ESCRIBAS y LOS FARISEOS, me atrevería a decir los que se sienten buenos y según su valoración favorecidos de Dios y consideran a los otros aborrecidos de Dios. 

Con la parábola el Señor Jesús busca que los del primer grupo entren en confianza ante el amor misericordioso de Dios que ama a todos sin excepción ni distinción porque todos son sus hijos. De esta manera quienes, según el parecer o idea imperante, son considerados aborrecidos de Dios se acerquen con confianza y se acojan a su amor misericordioso y reciban su perdón, “…Ahora mismo me pondré en camino he iré a la casa de MI PADRE, y le diré: PADRE, he pecado contra el cielo y contra ti…”.  

Pero también busca que los del segundo grupo viendo cómo actúa EL PADRE frente al hijo menor, ellos también actúen como su PADRE, acogiendo y perdonando al hermano menor, que se alejó de la casa paterna y malgastó la riqueza paterna recibida como herencia, por eso en la parábola EL PADRE busca convencer AL HIJO MAYOR a actuar como actúa Él, acogiendo y perdonando, porque para un Padre un hijo es un hijo y por lo tanto para un hijo un hermano es un hermano al que hay que acoger y perdonar. 

Y recordando la enseñanza “si ustedes no son mejores que ellos también acabaran como ellos” nos conviene a quienes nos sentimos mejores perdonar y recibir a quienes consideramos peores. 

En este tiempo de cuaresma, tiempo de gracia, de preparación para celebrar la PASCUA DEL SEÑOR, todos estamos invitados a mirar, aceptar y valorar el amor misericordioso y el perdón de Dios; invitados a valorar la importancia del amor misericordioso de Dios para que confiados podamos acercarnos a pedirle perdón, invitados a valorar a los hermanos, que igual que nosotros también son hijos de Dios y por lo tanto debemos acogerlos y perdonarlos y la razón para hacerlo es que nuestro BUEN PADRE DIOS LOS AMA. Y si Él los ama quienes somos nosotros para negarles nuestro amor. Si Él los perdona quienes somos nosotros para negarles nuestro perdón. Si Él nos ama quienes somos nosotros para negarnos a ser amados por Él. 

 

CUARESMA, TIEMPO DE GRACIA Y CONVERSIÓN, TIEMPO DE VALORAR EL INMENSO AMOR MISERICORDIOSO DE NUESTRO BUEN PADRE DIOS, PARA QUE DEJANDONOS AMAR POR EL, APRENDAMOS A AMAR A LOS DEMÁS COMO Él NOS AMA… 

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