El marketing de un Rey

En tiempos de Jesús, las monedas eran un signo de poder. Una moneda “certificaba” quien era el que reinaba, la moneda llevaba el rostro del legítimo soberano y su uso indicaba los alcances de su poder. A su vez era una forma de recordar, machaconamente, a la gente común y silvestre, quien era el que reinaba y ejercía la autoridad del rey. Apenas ascendía otro rey, este retiraba las monedas circulantes y emitía una nueva moneda, con su rostro, obviamente. Esto era un buen ejercicio del Marketing del Rey y vaya que era una gran propaganda en un tiempo donde un Reina podía cubrir toda Europa y los pobladores no siempre llegaban a conocer quién reinaba en el Imperio.

Es interesante este dato ya que podemos entenderme mejor cual es la necesidad de Jesús de responder a una pregunta de los fariseos y herodianos, a través de una situación bastante gráfica, la mayoría se queda con la parte final donde Jesús sale airoso de una situación incómoda, sin embargo Jesús interpreta bastante bien el quehacer de sus seguidores: la autoridad del César ha de ser respetada como también las demandas hechas por Dios….

Hoy en día no tenemos monedas que nos recuerden la autoridad ejercida por algunos, más bien tenemos más signos y señales que nos lo recuerdan a cada momento la imagen de aquel “César” que sigue ejerciendo un poder en nuestra vida. Esto lo vemos en los medios de comunicación, ideologías, pensamientos erróneos y anti testimonios que hacen patente la fuerza de ese reinado que no viene de Dios.

En contraste, es bueno recordar que cada hombre lleva en sí la imagen de Dios. La imagen de Dios está inscrita en aquello que nos hace esencialmente humanos. La autoridad que merece ser obedecida, ante cualquier sistema jurídico que nos pueda regir, debe ser la de Dios.

Pensemos hoy en día, haciendo eco de este evangelio, a qué poderes nos encontramos sometidos hoy en día y quien ejerce soberanía en nuestra consciencia. Meditemos en qué medida somos conscientes de que en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra humanidad, se encuentra inscrita la imagen de Dios.

Creo que en este sentido goza de vital importancia, y de mucha actualidad este texto si lo vinculamos de una manera coherente con lo que Francisco ha llamado la objeción de conciencia, en donde debe primar la autoridad y soberanía de Dios, desde la misericordia, el amor y la exigencia de Jesucristo, por encima de cualquier poder humano que se ejerza en el momento.

Que nuestra vida pueda transparentar la imagen de Dios y no la de algún “César” para que nuestro testimonio sea contundente e irrefutable frente a todos, y no pensemos solo en aquellos que quiera ponernos a prueba. Qué seamos parte del “marketing” del Señor en nuestros días.

Bendiciones.

Hno Vero

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