Llegamos al segundo domingo del mes de octubre, mes de las misiones, y si en el primer domingo se nos invitaba, como miembros de la Iglesia, a orar por los misioneros y los que moran en los lugares de misión, este segundo domingo somos invitados a ofrecer nuestro sacrificio, desde la fe, por las misiones y de esta manera, descubramos o le demos un sentido a nuestros sufrimientos y dolores que muchas veces los experimentamos como un sinsentido en la vida. 

Unimos nuestros sufrimientos a los de Nuestro señor Jesucristo por la salvación del mundo especialmente por los lugares de misión. 

Estos últimos dos domingos el Señor Jesús aparece en los relatos de los evangelios dirigiéndose a los sumos sacerdotes, a los ancianos del pueblo, a los fariseos.  

En el evangelio de hace dos semanas atrás les intentó enseñar sobre la importancia de CUMPLIMIENTO LO QUE MANDA EL PADRE y por eso la historia era sobre dos hijos que recibieron el mismo mandato y la pregunta era ¿Cuál de los dos hizo lo que el padre mandó?  

La semana pasada la historia trataba sobre la EL NO CUMPLIMIENTO de lo acordado y por eso la historia era sobre los arrendatarios que se niegan con entregar lo acordado al dueño de la viña.  

Y este domingo la enseñanza gira en torno al REINO DE LOS CIELOS al que compara con un rey que celebra la boda de su hijo, y la historia gira sobre ACEPTAR LA INVITACIÓN para gozar de la fiesta de boda, donde todo es gratuito y de la que todos los invitados pueden gozar. 

Y por medio de la historia que les cuenta les hace saber a los sumos sacerdotes, ancianos del pueblo, fariseos, quiénes van de esta fiesta.  

Ya desde antiguo el profeta Isaías anuncia “El señor Todopoderoso ofrece a todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos añejados, manjares deliciosos, vinos generosos”. 

Esta historia que relata el Señor Jesús, recoge las enseñanzas de los evangelios de los dos domingos anteriores, pues cuando el señor Jesús al hablarles a los sumos sacerdotes, los ancianos del pueblo y a los fariseos, les dice que “un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir”. Es decir, los convidados NO ACEPTARON, no obedecieron, a la invitación y la razón para hacerlo, es que cada quien cree que sus asuntos son más importantes que la fiesta de bodas organizada por su rey y más aún la conducta que tienen con sus enviados, maltratarlos y matarlos, como hacían sus mayores con los profetas que les hablaban de parte de Dios, expresa su actitud frente a su rey. Por eso las prostitutas y publicanos entraran primero en el reino de los cielos.  

Los arrendatarios del evangelio del domingo pasado se creen dueños de lo que no es suyo, pero que anhelan apropiarse y por eso acabaron con los enviados. 

Pero con lo que no contaban los arrendatarios es que el dueño reclamaría lo suyo y acabaría con ellos y por eso puede dar a otros arrendatarios, que si entregaran los frutos a su tiempo, que no olvidarían que son arrendatarios y que la viña le pertenece al dueño. 

En el evangelio de este domingo el rey sigue en su empeño de celebrar la boda de su hijo a pesar del comportamiento de los invitados a los que termina acabando y por eso envía a sus criados a los cruces de caminos para invitar a la fiesta de boda de su hijo, a todos los que encuentren y ellos reunieron a todos los que encontraron “malos y buenos”. La fiesta la organiza el padre, y él puede hacer con lo suyo lo que quiere.    

Llama la atención la reacción del rey frente a uno de los comensales que no trae vestido de fiesta que termina ordenando que lo aten y lo arrojen fuera. Tratemos de entender esta parte del relato en el evangelio.  

El rey se dirige al comensal en términos cordiales pues lo llama AMIGO y la pregunta no es capciosa ya que el rey desea saber “¿Cómo has entrado sin vestirte de fiesta?  

Ahora miremos la reacción del comensal interrogado, se dice de él que “no abrió la boca”, es decir se niega a hablar con su rey y al hacerlo se niega a reconocer la generosidad de su rey que lo hace partícipe de la fiesta de boda de su hijo, al no hablar con quién lo ha llamado amigo es casi como decirle tú no eres mi amigo.  

De la oración se dice que “es una conversación entre dos amigos, Dios y el hombre”, se puede decir que hay aquí una llamada de atención para el creyente sobre la importancia de la oración como expresión de amistad amorosa con Dios a quien estoy llamado a escuchar y a hablar ya que si no es así entonces puedo terminar siendo arrojado fuera de la fiesta y ya no disfrutar de lo que anunciaba el profeta Isaías arriba mencionado.  

SEÑOR JESÚS, A QUIEN ESTE MES TE LLAMAMOS “SEÑOR DE LOS MILAGROS” QUE SEAMOS CAPACES DE RECONOCER LA GENEROSIDAD DE NUESTRO BUEN PADRE DIOS, QUE POR MEDIO DE SUS ENVIADOS NOS SALE AL ENCUENTRO PARA INVITARNOS A GOZAR GRATUITAMENTE DE SU GENEROSIDAD MISERICORDIOSA… 

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