¿ESTOY O NO DEL LADO DE DIOS?

XXV Domingo del tiempo ordinario – Ciclo C

Al leer las lecturas de hoy, me venía a la mente el parafrasear un dicho popular: DIME CÓMO VA TU RELACIÓN CON DIOS Y LOS DEMÁS, Y TE DIRÉ LA CALIDAD DE CRISTIANO QUE ERES. Mucha gente se puede acostumbrar a escuchar “palabras o lenguaje bonito” de Dios, o del que habla algo de Él, y hasta se puede recibir muchos aplausos y muchos “Améns” a lo que se dice. Pero cuando se habla con un lenguaje que nos incomoda, cuestiona, interpela, desestabiliza…creo que ni un aplauso habrá, y la reacción sería hasta adversa, ¿no lo creen?, en palabras de Santiago, con esa actitud, la “fe está completamente muerta” (cf.Stgo.2, 4-18) ya que no se vive lo que se proclama o lo que se cree.

Amós, que aparece en la primera lectura de hoy, no habla con un lenguaje bonito o acaramelado, y mucho más cuando ve que destruyen la vida de los preferidos de Dios, que son los pobres. Por eso denuncia directamente la manipulación y el maltrato que se hace a ellos: “Escuchen los que oprimen al pobre y tratan de eliminar a la gente humilde…Disminuyen ustedes la medida, aumentan el precio, usan balanzas con trampa, compran por dinero al pobre…” (Am.8,4-7). ¿Cómo es mi trato con los demás?: ¿es déspota?, ¿es indiferente?, ¿es de manipular conciencias?, ¿es de mentira disfrazada de bondad?, ¿es de prejuicio?, ¿de maledicencia?, ¿es de calumnias?, ¿es de doblez?

San Pablo nos quiere hacer recordar que el propósito de Dios siempre será salvarnos, y de ahí la necesidad de “llevar una vida tranquila y pacífica, religiosa y digna. Eso es bueno y grato ante los ojos de Dios, nuestro Salvador que quiere que todos los hombres se salven” (1Tim2,1-8). Esto sin descuidar el hacer oraciones, plegarias, acciones de gracias. Nuestra vida de fe no puede estar separada de nuestra vida diaria, de lo que haga y diga cada día. Es cierto que a veces el mundo en el que vivimos vive un relativismo religioso, que ya casi nada que venga de Él y de su Iglesia pueda llamar la atención. Pero eso no debe ser un obstáculo para que vivamos con autenticidad nuestra vida de fe. Entendemos por qué Pablo recomienda al final de la lectura esto: “que sean los hombres que oren en cualquier lugar, alzando las manos limpias, sin ira ni divisiones”.

Cuidar del otro y de sus bienes es una enseñanza grande en el evangelio de hoy (Lc.16,10-13). Jesús aparece contando la historia de un administrador que procedió con astucia, para quedar bien ante su amo: “el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido”. Les enseña a sus amigos, Jesús, con esta historia, de la necesidad de ser siempre de fiar. Pero igual advierte que hay gente que procede con malicia, y que vive en las tinieblas y no en la luz: “los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”. Creo que tú, yo y todos estamos llamados a acoger esta enseñanza del Maestro.

Es cierto que puede preocupar que haya gente que incluso “se vista de religiosidad”, pero es capaz también de convivir con las tinieblas: pueden confesar que creen en Dios y visitan los brujos, espiritistas, chamanes, adivinos, mentalistas, etc; gente que diga que cree en Dios y es injusto en su trabajo, o que pague mal a sus trabajadores; gente que diga que cree en Dios y promueva abortos; gente que crea en Dios y odie o guarde rencor a los demás no importando las consecuencias de sus actos; gente que crea en Dios y está maldiciendo a los demás cada día; etc. Es que no se puede “servir a dos señores”, advierte seriamente Jesús.

Vela la pena siempre plantearse la pregunta: ¿estoy o no del lado de Dios?

Si estoy del lado de Dios, ¿por qué no se nota?

Habrá que recordarnos que, como dice San Pablo hoy, que Jesús vino para entregarse por todos, en rescate por todos nosotros.

Nos animamos mutuamente para que vivamos conforme a lo que Dios quiere cada día.

Con mi bendición.

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