Queridos hermanos, nos volvemos a encontrar para que juntos podamos meditar y reflexionar la Palabra de Dios en este domingo, día en que recordamos su gloriosa resurrección, y día en que todos, como familia, nos reunimos en torno al altar para compartir la fracción del pan, el único alimento que nos conduce a la vida eterna.

Las lecturas de este domingo y en especial la del Evangelio, tomado de San Juan, inicia con esta pequeña afirmación, bastante curiosa , después del discurso del Pan de vida ,y la afirmación es: este modo de hablar es duro, quién puede hacerle caso. Todo parece indicar que en el marco de este nuevo ciclo, sin duda el mensaje del Señor, más que ser un modo de hablar duro, es un modo de hablar exigente, porque pide de nosotros y nos exige ser verdaderos discípulos del Hijo del Hombre. La dureza no radica en las palabras, la dureza radica en hacer vida lo que hemos escuchado, lo que hemos visto y lo que deseamos transmitir.

Por eso, es necesario fijarnos en la persona de Jesucristo para comprender desde él, el verdadero sentido que adquiere nuestra vida en el marco del seguimiento de Jesucristo, quien no acepta a Jesús, definitivamente tampoco acepta a quien lo ha enviado, es decir al Padre. Claro y en este marco uno podría decir ¿y nosotros que lo hemos dejado todo qué nos toca? No podemos darnos el lujo de comenzar a chantajear al Señor con nuestras cobardías, con nuestros sin sentidos, con nuestro sinsabor en la vida, la vida de por sí no es nada fácil, es una aventura, hay que saber vivir y saber vivir significa vivir en el Señor, con el Señor y para el Señor, fijando nuestra forma de ser, unos verdaderos y auténticos seguidores de Jesucristo.

Finalmente a toda la controversia de este fragmento del evangelio, el apóstol Pedro es el que da la última sentencia, ¿a quién vamos a ir Señor sino es a ti? Al único que tiene, no sólo el pan de vida, sino palabras de vida eterna, palabras que llenan el alma, palabras que calan en el corazón, palabras que nos conducen al seno de Dios nuestro Padre.

Que el compromiso de esta semana sea mirar en nuestra hermana Santa Rosa un modelo de vida cristiana comprometida con el mensaje del Señor, ella  nos acerca más a Dios y a su Hijo.

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