El mensaje de Dios, no estorba, cambia

¿Qué pasa cuando una persona habla con otros en un lenguaje duro?, ¿incomoda?, ¿lo rechazamos?, ¿no queremos escucharlo verdad?, ¿cuánta gente que se dice “creyente”, “discípulo de Jesús”, o “comprometido en su parroquia” no le gusta un cristianismo exigente? Estamos como acostumbrados a vivir una fe sin exigencias, sin mandamientos, sin Dios (o en todo caso, un Dios o una fe a nuestra manera).

La palabra de un profeta, suele causar mucha incomodidad, desestabiliza. Ese fue el caso de Jeremías, que siempre hablaba en nombre de Dios y su mensaje no era aceptado: “Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los soldados que quedaron en la ciudad y a todo el pueblo, con semejantes discursos” (Jer.38,4-6.8-10). La gente que vive de espaldas a Dios, o vive un cristianismo sin cruz, piensa que la palabra “dura” del profeta, del líder, del que habla de parte de Dios, hace daño al pueblo “que lo lleva a la ruina”, y que “en vez de ayudarlo no le deja crecer”. ¿Cuántas personas pueden adoptar esta postura?, ¿nos estorba la presencia de un profeta?

Estamos acostumbrados a una palabra “dulce” o “acaramelada” de la fe. Un maestro de arte, en una escuela, se había ganado la simpatía de unos pocos, y la antipatía de muchos. ¿Cuál era la razón?: le gustaba decir la verdad, sin rodeos; y aunque llevaba de manera exigente su curso, descuadraba a todos que en el momento del recreo o descanso, se ponía a jugar con todos, no dejaba de saludarlos con respeto, y sobre todo: sonreía siempre. El colegio estaba fastidiado con un profesor de matemáticas, que vendía notas a las alumnas a costa de favores sexuales, o de dinero en otros casos. Un grupo de alumnos dijo: “hablemos con el profe de arte, aunque es muy serio en clase, para que nos ayude con este caso, ya que no podemos más con este otro profesor”. Así fue. Luego de unas investigaciones que hizo este profesor, con relación a su colega, tuvo la valentía de que en una reunión denunció públicamente este hecho, y luego terminó su discurso diciéndole: “querido colega, Dios te ama pero espera mucho de ti, por eso te pido en nombre suyo que te vayas del colegio”. Eso sucedió. Y el colegio volvió a un clima de paz y de gozo, gracias a la palabra de ese profesor de arte que se convirtió en el “ángel del colegio”, como así le llamaban.

El fuego del que habla Jesús, en el evangelio de hoy dice mucho: “Yo he venido a prender fuego sobre la tierra, y ojalá estuviera ardiendo” (Lc.12,49-53). El amor de Dios es grande, hermoso y a la vez exigente. El reto está en aceptar ese amor de Dios en nuestra vida para que se note cada día. Un peligro que hay que evitar es dejar de lado la exigencia de vivir conforme a ese amor de Dios. Si esto se da, Santiago advierte que “la fe está completamente muerta” (Stgo.2,14-18). Cuando le creemos a Dios, e intentamos vivir conforme a sus exigencias, los que están a nuestro alrededor, y que viven en la oscuridad, lo rechazan. Ahora entendemos por qué Jesús advierte: “¿Piensan ustedes que he venido a traer paz a la tierra? No, división”.

Algunos familiares, los amigos, los conocidos, la gente que camina con nosotros, o quizás la persona o la comunidad que menos lo esperas rechaza lo que haces y dices en nombre de Dios, no te desanimes; demostrémosle con hechos, más que con palabras, que sí vale la pena ser de Jesús y vivir conforme a lo que Él quiere. Pero también es un reto entonces, dejar de lado, como dice la carta a los hebreos hoy que: “todo lo que nos estorba, y el pecado que nos ata, sin retirarnos, fijos los ojos en Jesús; el cual renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz…” (Hb.12,1-4). No nos cansemos por nada, no nos desalentemos si hay gente que nos desanima en el camino de la fe.

Habrá que recordarnos que no hay gloria sin cruz. La misma cruz es victoria!!! El profeta: es una persona de fe, elegida por el Señor, que habla de parte suya, que denuncia lo malo, lo que está en contra de Dios, y que propone un camino de conversión, porque es el pedido de Dios (cf.Mc.1,15; Ez.36,26), y que vive sin hacer propaganda, el amor de Dios.

Es bueno que sepamos que: EL MENSAJE DE DIOS, NO ESTORBA, CAMBIA. ¿Te animas y nos animamos a aceptar ese reto?

Con mi bendición!

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