VALE LA PENA SEGUIR A JESÚS

¿Sabes que el mundo de hoy no le quiere hacer caso a Dios? ¿Sabes que hay muchas personas que en el mundo todavía no conocen y no aman a Dios? ¿Sabes que hay muchos jóvenes que se pierden? ¿Sabes que hay muchos pueblos que no tienen sacerdotes para ser atendidos? ¿Sabes que hay muchos jóvenes que todavía no han decidido qué hacer con su vida? Estas y otras preguntas se me vienen a la mente al leer estas lecturas de hoy domingo.

Una vez escuchaba que un adulto le invitaba a otro a vivir un retiro espiritual, y este le dijo: “¿sabes?, este retiro es sólo para los valientes, y tú no eres uno de ellos”.

La vocación de Samuel se nos presenta en la 1ra lectura de hoy (1Sam.3,3b-10.19). Varias notas que se pueden rescatar. El Señor llama de cualquier manera y en el momento en que menos lo pensamos. En el caso de Samuel lo hizo a través del templo del Señor, en presencia del arca de Dios. Samuel escuchó la voz de Dios y respondió con generosidad: “Samuel, Samuel. Él respondió: habla, Señor, que tu siervo te escucha”. Supo discernir la voz de Dios. ¿Soy capaz de responder siempre al llamado de Dios? ¿Soy de los miedosos o cobardes que no desean seguir a Dios con radicalidad? ¿Qué me falta para responderle a Dios? ¿Cuánto tiempo más pasará para responderle con generosidad como Samuel? ¿Sigo buscando excusas para no responder al llamado de Dios?

Miré un reportaje de la vida de un sacerdote, y cuando lo ordenaron, sus padres comentaban: “Nuestro hijo al terminar la ceremonia de su consagración nos dijo: Mamá y Papá mi vida le pertenece a Dios, por tanto, YO YA NO ME PERTENEZCO”.

Entendemos por qué San Pablo habla en la 2da lectura de esta manera: “Ya no se pertenecen a ustedes mismos, porque han sido comprados a un precio muy caro” (1Cor.6,13c.15ª.17-20). Cuando tú, yo o todos nos decidimos servir al Señor, no demos olvidar que hemos sido comprados con el precio de la sangre preciosa de Jesús que salva, y esa tiene que ser nuestra motivación esperanzadora de por qué debemos seguir al Señor, aparte de la motivación llena de amor cuando el Señor dice que nuestros “nombres están escritos en el cielo” (Lc.10,20).

Este mundo, una vez más, necesita modelos de fe, modelos de amor y modelos de esperanza. Escuché una vez esta frase: “el mundo necesita gente enamorada de Dios capaz de contagiar a Dios a los demás para que lo sigan”.

Dios tiene un propósito cuando nos llama. Según el documento de Aparecida, para: “llamarnos a participar de su vida y de su gloria” (n°129).

Los discípulos de Juan el Bautista, le preguntan a Jesús: “¿dónde vives?”, y la respuesta de Jesús no se deja esperar: “vengan y lo verán” (Jn.1,35-42). El discípulo sabe dónde está su maestro, dónde encontrarlo.

Muchos hemos escuchado hablar de Jesús, muchos hemos hablado de Jesús, pero “Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los que oyeron a Juan y siguieron a Jesús”. ¿Y por qué tú no?

¿Quieres saber quién y cómo es Jesús?, acércate a él y no lo sueltes nunca.

¡¡¡Vale la pena seguir a Jesús!!!

Con mi bendición.

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