Queridos amigos, reciban mi cordial saludo al llegar al 17 domingo del tiempo ordinario. Ya concluyendo los días festivos de fiestas patrias y despidiendo al mes de julio.
Las lecturas de la Palabra de Dios nos motivan a obrar con sabiduría, reconocerlo en el amor que nos tiene, y encontrándolo darle su lugar como el centro de nuestra vida, como el mayor tesoro encontrado que da sentido a nuestra vida.
En la primera lectura, del libro de los Reyes (IR.3,5-12) nos presenta al rey Salomón, que en su juventud debe suceder a su padre el grande rey David. Al iniciar su gobierno, reconoce que el pueblo es elegido por Dios, y que él mismo, es servidor de Dios, y pide a Dios “un corazón dócil para gobernar, para discernir el mal del bien”. Al Señor agradó la oración de Salomón que no pide riquezas, ni la muerte de sus enemigos, sino que pide “un corazón dócil” para gobernar. Y Dios le dará “un corazón sabio e inteligente” y su sabiduría quedará reconocida para las generaciones siguientes.
Buscar la “sabiduría” es una gracia, la mayor bendición para proceder según la voluntad de Dios.
El salmo 118, exalta la bondad de la Sabiduría de Dios que es fuente de luz para la vida, porque da vida, ilumina, da inteligencia (mirar con profundidad para discernir), así dice el salmista: “mi herencia es el Señor, he resuelto guardar tus palabras. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata”,”…mis delicias serán tu voluntad”
En la segunda lectura, el apóstol Pablo en su carta a los Romanos (Rom.8,28-30), nos presenta el conocimiento de Dios, porque él nos ha “llamado” a la existencia, nos ha “escogido”, y nos ha formado a imagen de su Hijo (nuevo Adán), nos “justificó” y “glorificó” en la gracia de la obra de la Redención de su Hijo.
Dios nos ha indicado el camino de santidad para vivir y construir la historia, es nuestra ruta.
Seguimos este domingo con el evangelio de San Mateo, en el discurso de las parábolas que indican lo que es y significa el Reino de Dios (“de los cielos”).
La primera es la del tesoro encontrado en el campo. El Reino de Dios se nos presenta de muchos modos, nos sale al paso, gratuitamente. Dios nos adelanta con su amor y gracia. Nos corresponde dejar nuestras prioridades para darle a él el primer lugar, el centro de nuestra vida.
La parábola del comerciante que busca “perlas finas”, es ejemplo del que “busca” la felicidad, lo más importante para su vida, por eso es capaz de dejarlo todo por haber encontrado la “belleza” del Reino, en la presencia de Cristo. Así tenemos el ejemplo de San Pablo cuando encuentra a Cristo (Flp.3,7-14), deja todo por Cristo. Cristo no es una perla entre las perlas que uno puede buscar, sino más bien, es lo máximo que nos podemos encontrar, quien da sentido pleno a nuestra vida.
La tercera parábola, de la red “llena de toda clase de peces”, que dan motivo para sacarla del mar, y escoger “los buenos” y “separar los malos”. Nos ha invita a obrar con sabiduría en el tiempo presente. El Reino se nos da a todos, y en el tiempo presente hay que tomar decisión para ser parte del Reino, sino cuando llegue el tiempo de la muerte ya no habrá oportunidad (“tiempo de la escatología”). En esto es semejante a la enseñanza del tiempo de la cosecha de la parábola del “trigo y la cizaña”. En la vida presente es donde se decide el camino de la bienaventuranza eterna del gozo de Dios. Hay que superar la visión que los otros son malos y nosotros los buenos. Hemos de estar atentos para cuidar el tesoro encontrado, cuidar el compromiso de nuestro bautismo.
Hay que ser “sabio” para releer la historia pasada y presente y dar lugar al Reino de Dios en nuestra vida.
Pidamos al Señor nos conceda la gracia de la Sabiduría para buscar, encontrar, y decidir vivir haciendo su voluntad como parte de su Reino: ser como “luz y sal” para el mundo.
Hoy se celebra el día mundial contra la “trata” de personas, crimen de explotación comercial con las personas. Defendamos a las víctimas de toda explotación.
Los tengo presente en mi oración y en la misa que celebraré hoy.
Sigamos orando por nuestra patria, y poniendo todo lo que esté a nuestro alcance “para hacer grande nuestro Perú”.
Oh María sin pecado concebida. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.
Dios los bendiga en sus familias.

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